Columna

De compras por internet

Fucsia.co, 8/8/2016

Aplicaciones para ligar hay muchas, pero una en especial se ha destacado por ser la más descargada y usada por miles de personas en el mundo. Nuestro columnista Adolfo Zableh la probó y esto nos contó de cómo le fue.

SIEMPRE HE DICHO que Tinder es como pedir limosna. Ahora entiendo que es una frase temeraria y hasta ofensiva, como cualquier afirmación categórica. Entonces decidí meterme a ver qué pasaba.

Tinder, la aplicación para buscar pareja está en 30 lenguajes y en más de 50 millones de celulares de todo el mundo. Se estima que en la red se hacen ma´s de 26 millones de emparejamientos al día, pero la cifra de descartes es mucho mayor; se dice que puede llegar a ser superior al billón cada 24 horas.

Y es entendible, si Tinder es un circo; apenas como la vida real, solo que detrás de una pantalla de celular. Durante los dos meses que estuve (cree´ una cuenta para hacer este artículo, una vez finalizado la cerré y no sé si la vuelva a abrir) vi de todo. Desconocidas que en las fotos de perfil salían con camiseta de Colombia, con el perro, con las amigas y hasta con el hijo, pero también exnovias, amigas, conocidas, vecinas y mujeres que en la adolescencia me volvían loco y nunca me dieron la hora. El primer emparejamiento que tuve fue con una excuñada a la que le haría sin pensarlo. Cuando la aplicación nos unió le pregunté qué hacía ella dándome “Like”, a lo que ella preguntó lo mismo. Luego, cuando le propuse que salie´ramos, su respuesta fue breve y definitiva: “Me asesinan”.

Pocos lances hice después de eso, y no por desanimado, sino porque hay algo de Tinder que no me convence. Estoy a favor de conocer gente por internet, una herramienta que amplía el panorama y nos hace llegar a sitios a donde de otra manera no habríamos llegado. Durante an~os usé Twitter y Facebook hasta el hartazgo, hablé con todo tipo de personas con las que pasó de todo, pero ya estuvo. Le saqué tanto jugo que terminó cansándome, de ahí que el juego de meterme con desconocidos a través de internet ya no me convoque. Además, las dos redes mencionadas tienen otra función, que de paso sirvan para conocer gente es otra cosa. Nada como conocer personas de carne y hueso, lo que te depare la vida. El mundo está repleto de gente sola buscando a otra gente igual de sola, lo que pasa es que somos unas gu¨evas incapaces de acercarnos al otro. No hay aplicacio´n que iguale la emocio´n de la calle, lo que pasa es que estamos malacostumbrados a la comodidad de lo virtual.

Luego de un tiempo desarrolle´ la compasio´n (la propia y hacia las otras personas que la aplicacio´n me ofreci´a) y entendi´ que Tinder no es pedir limosna, pero si´ es una vitrina donde estamos expuestos. En resumen, esta´ lleno de gente haciendo su mejor esfuerzo. Desde que chateamos estamos sacando lo mejor de nosotros. Por eso deseche´ cualquier oportunidad de conocer a alguien en persona. Y quede´ emparejado con mujeres que au´n a la distancia pareci´an valer la pena, pero la sola idea de encontra´rmelas en la vida ana´loga me llenaba de miedo. Si las circunstancias nos llegan a poner en el camino de alguien ma´s, nos conocemos y congeniamos, ma- ravilloso; tengamos hijos si queremos, pero eso de salir a una cita con un desconocido y estar obligado a ser corte´s, educado, simpa´tico, ingenioso, generoso e interesante me mata del tedio.

Y son tambie´n momentos de vida. Hace cuatro an~os habri´a acabado con Tinder. Hubiera arrasado con todas, y con las que no, habri´a intentado hasta el cansancio. No es que no me guste el sexo y no quiera relaciones ligeras, es que ahora mismo no me apetece farolear. Y parece, segu´n he lei´do, que al igual que en la vida real, en Tinder los hombres buscamos sexo y las mujeres relaciones un poco ma´s serias. No es una regla inquebrantable, de hecho suena bastante machista, pero tampoco se aleja mucho de la realidad.

Cuando se trata de pagar el arriendo y los servicios voy al banco asi´ me toque aguantar una fila de horas. La ropa y las boletas de cine me gusta comprarlas en el almace´n y en el teatro. Lo mismo aplica para las personas en general y las mujeres en particular: no me gusta comprar por internet.

Adolfo Zableh
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