Unacampaña en las redes sociales ha movido a miles de mujeres víctimas de la violencia doméstica a explicar las razones que las llevaron a permanecer junto a sus agresores. Su creadora habló con FUCSIA.
“Querida Bev: lamento que él haya roto las promesas que te hizo. Creíste que la última vez sería la última, ¿y por qué no? La mayoría de las personas creen en el amor de la vida y sé que tú todavía lo quieres, incluso después de que trató de ahogarte. Está bien, puedes decirlo. Amas a ese hombre. Te sientes perdida sin él aunque temes estar a su lado (…). No le debes a nadie una disculpa por tus sentimientos. Yo entiendo por qué te quedaste”.
Una Beverly Gooden le escribió esta carta a su antiguo “yo” que no se atrevía a abandonar a su esposo agresor, y la publicó en la página web de noticias Today. Sus sentidas palabras se convirtieron en un eslabón más de una iniciativa que empezó en Twitter y cuyo objetivo es que las víctimas de la violencia doméstica, como ella, expliquen lo confusa que es su condición.
Hasta el momento Gooden había mantenido un discreto silencio. Sin embargo, un episodio mediático la motivó a hablar “por primera vez en detalle” de lo que había vivido en el pasado: “Sentí la necesidad de defender a las mujeres abusadas aunque eso evidenciara vulnerabilidad”, comentó a esta revista. La autora se refiere a la polémica que desató un video en el que el jugador de fútbol americano Ray Rice ataca brutalmente a su entonces prometida, hoy esposa, Janay Palmer, dejándola inconsciente. Como a pesar del incidente la joven se casó con él, le llovieron las críticas condenándola: en la cadena Fox la acusaron de enviar “un terrible mensaje”, a quienes estuvieran en su misma posición, igual que lo hizo Rihanna cuando volvió con el cantante Chris Brown después de que le propinara una golpiza. A la andanada se sumó el comentarista Ben Carson, quien sugirió que ella sabía bien lo que hacía: “No empecemos todos ahora a demonizar a este chico, él claramente tiene algunos problemas”.
Gooden sintió “vergüenza” ante estas afirmaciones que casi disculpaban al victimario y le pareció en exceso simplista que la pregunta recurrente estuviera dirigida a la agredida: “¿Por qué no se fue, solamente?”. Entonces, aunque consciente de que no podía responder por Palmer, decidió hacerlo por ella misma a través de la etiqueta #WhyIStayed (Por qué me quedé): “Las víctimas de la violencia a menudo encuentran difícil dejar a sus abusadores”, fue su primer tuit, al cual le siguió: “Todos los que destrozan a las mujeres por permanecer en estas situaciones no tienen ni idea de lo que sucede en el momento en que uno llega a la manija de la puerta”.
Y fue el inicio de una sucesión de argumentos del tipo: “Yo traté de dejar la casa una vez, después de una agresión, pero él durmió en frente de la puerta toda la noche”; “Él dijo que cambiaría”; “Pensaba que él amor todo lo lograba”; “Mi pastor me dijo que Dios odiaba el divorcio. No se me ocurrió pensar que Dios odiaba el maltrato”; “Planeé mi escape por meses antes de tener un lugar adonde ir y dinero para que un bus me llevara allá”. Reconoce que por mucho tiempo se sintió responsable de generar la rabia de su marido, a quien amaba desde sus años estudiantiles y describía como alguien atractivo y romántico. Por eso tardó en darse cuenta de que aquella relación podría terminar matándola.
Dos días después de su primer mensaje ya contaba con cien mil respuestas de otras víctimas relatando sus experiencias. Fue así como #WhyIStayed se convirtió rápidamente en trending topic en Estados Unidos y generó nuevas iniciativas en las redes sociales como #WhyILeft (Por qué me fui), para que las víctimas comenten de dónde sacaron el valor para salir del abuso.
Para Gooden no se trata de justificar la persistencia en una relación malsana, sino de evidenciar lo difícil que es salir de ella, y de paso cambiar el rumbo de la discusión a que sean los agresores los que expliquen el porqué de su comportamiento. “Una mujer contó que su marido amenazó con suicidarse si ella se iba. Otra dijo que su pareja tenía una enfermedad terminal y se sentía culpable de dejarlo solo. Alguien mencionó a una amiga que le pidió ayuda a su iglesia, a lo que su pastor le sugirió que solamente orara; ella terminó siendo asesinada. Todas estas historias me han impactado y confirman que hay muchos motivos detrás”, concluyó la creadora de un proyecto con el que se ha visto un cambio de actitud en la gente. “Estamos teniendo en cuenta la voz de los sobrevivientes en lugar de decirles lo que deben hacer”.
Las estadísticas estiman que en Estados Unidos una de cada tres mujeres ha experimentado ataques físicos por parte de un compañero y que a cada una le toma, en promedio, siete intentos abandonar una relación de este tipo. “En cuanto a las razones, existen aspectos económicos: la mayoría de los agresores controlan los recursos financieros en el hogar. Y en el caso de que haya niños de por medio, en este país en el 70 por ciento de casos de custodia de niños contenciosos, donde se ha alegado violencia doméstica, la consigue el abusador”, explicó a FUCSIA María Luisa O’Neill, directora de programas de la National Coalition Against Domestic Violence. “Es un asunto de poder; cuando el perpetrador siente que pierde el control incrementa el abuso y por ende el peligro; la mayoría de los homicidios ocurren cuando la víctima deja al victimario”. Por tal motivo se habla de que una mujer maltratada tiene un 75 por ciento más probabilidades de ser asesinada si intenta huir, que si se queda.
La abogada Carmen Uribe, coordinadora del área de familia del consultorio jurídico de la Universidad del Rosario, opina que en Colombia la situación es más complicada debido a la cultura machista: “Muchos hombres tienen el chip de que sus esposas son de su propiedad. Legalmente hay muchos impedimentos para que ellas consigan protección; si no es la puñalada evidente, el asunto no se toma en serio”.
La psicóloga Lucrecia Caro, fundadora del Grupo Opciones, dedicado a la atención y prevención de la violencia, considera que el silencio se debe a que “hay un sentimiento de vergüenza. Muchas veces la familia tiene una imagen perfecta del agresor porque, aunque no se debe generalizar, este puede ser encantador socialmente, un manipulador que luego de actuar se convierte en el príncipe que le ruega a su pareja que lo intenten de nuevo. Se trata de un ciclo que se repite”. La piedra angular de las reacciones de ellos estaría en una crianza llena de maltrato, humillación y falta de afecto. “Pese a que aparentan ser muy seguros, no lo son. Su detonante suelen ser los celos y culpan a las mujeres de todo lo que hacen. Ellas, por su parte, no se atreven a dejarlos porque sufren de dependencia emocional y tienen menoscabada la autoestima”.
Luego del despliegue de su campaña en Twitter, Beverly Gooden tiene claro a qué se debe tal acogida: “La voz colectiva y la experiencia compartida ha motivado a más mujeres a narrar sus historias. Lo que de verdad ayuda es el hecho de saber que tú no estás sola”.
¿Por qué se quedaron?
#“Porque en casa crecí a punta de golpes. ¿Cómo podía aprender que las relaciones debían ser diferentes?”.
#“Porque tengo una enfermedad y su seguro cubría mi tratamiento”.
#“Porque cuando me dijo que lo sentía creí que no pasaría otra vez. Y otra vez, otra vez”.
#“Porque cuando le disparó a mi perro me dijo que si me iba yo sería la próxima”.
#"Porque yo tenía ‘suerte’ de que él me hubiera escogido. Nadie más me querría”.
#“Porque yo pensaba que era ‘amor’. Era mi culpa, yo lo merecía”.
#“Porque creía que yo era una persona fuerte que amaba a alguien con problemas y solo yo podía ayudarlo”.
#“Porque me enseñaron que el matrimonio era para siempre”.
# “Porque estaba segura de que él pararía cuando entendiera el daño que me hacía”.
#“Me quedé porque no quería que mis hijos perdieran a su papá. Y lo dejé para que mis hijos no me perdieran a mí”.