“Ojalá no hubiera nacido”, es la frase que muchas madres piensan pero no se atreven a pronunciar en voz alta... ni baja. Sus polémicos testimonios han sido recogidos.
"Si pudieras retroceder el tiempo, con el conocimiento que tienes hoy, ¿serías mamá?”.
La respuesta que 23 mujeres, algunas de ellas abuelas de más de 70 años, le dieron a la socióloga israelí Orna Donath fue negativa. “No habría creado ni siquiera un cuarto de ser humano. Lo más doloroso es que no puedo echar para atrás”, comentó una de las entrevistadas.
Estas honestas confesiones forman parte del libro Madres Arrepentidas, que pone de manifiesto cómo la maternidad es vivida por muchas, más de las que se cree, como una carga insoportable... en silencio y soledad. “Sienten que han perdido su libertad, que se trata de otra forma de esclavitud que les hurta la creatividad y que dejaron de ser lo que eran antes”, anota la autora.
Piénsalo mucho antes de tener hijos, si necesitas ayuda te dejamos estas 21 señales de que definitivamente aún no estás lista para tener hijos.
Sin embargo, las madres maquillan su dolor, pues se supone que deberían estar inundadas de gozo. Las que se han atrevido a reconocer su insatisfacción en foros de internet, son juzgadas y tildadas de “egoístas, dementes, trastornadas e inmorales”, incluso de monstruos que serían capaces de dañar a sus niños. Por eso, Donath aclara que el común denominador entre quienes participaron en su estudio es que, sin excepción, manifestaron un amor inmenso por ellos, a pesar de que no disfrutan para nada su rol.
Y hacer esa diferencia es importante, pues como explica, solo así pueden enfocar su malestar hacia la experiencia en sí y no canalizarlo hacia los hijos, que no tienen la culpa. De hecho, se ha encontrado con varias personas que gracias a su trabajo ahora son capaces de entender más a sus mamás. De ahí que su intención sea aliviar el sufrimiento de aquellas que no entienden bien por qué no son felices.
Amamantar y trabajar son apenas algunos de los retos de la maternidad moderna conoce y entiende todo sobre esto aquí, es posible que te sientas muy identificada o entiendas mucho sobre las mamas.
Como especialista en expectativas sociales que se proyectan sobre las mujeres, lo que más llamaba su atención era escuchar repetidamente la frase: “Si no tienes hijos, te vas a arrepentir”. ¿Y qué pasa si el arrepentimiento ocurre por todo lo contrario? Donath interpreta este sentimiento como una “señal de alarma que no solo debería instar a las sociedades a hacerles la vida más fácil a las madres, sino que nos invita a replantear las políticas de reproducción y nuestras ideas sobre la obligación misma de ser mamás”.
Estas mamás cuyos castigos a sus hijos se volvieron virales en la red, te harán definitivamente reír. Míralos todos aquí.
No se trata de pacientes con trastornos mentales ni depresión posparto. Tampoco de que tengan hijos especialmente problemáticos, o hayan atravesado circunstancias fuera de las normales a la hora de criar, ni de que se vean apremiadas por escasez de medios económicos. Lo subversivo en ellas es que no sienten que el cambio que atravesaron debido a la maternidad haya valido la pena. No son de esas que dicen: “Esto es muy duro pero la sonrisa de mi hijo todo lo compensa”, pues están convencidas de que si bien hay aspectos positivos, no equilibran los negativos. “Aparte de las perpetuas dificultades y preocupaciones, no le ha aportado nada a mi vida”, revela uno de los relatos.
“En el machismo imperante del sistema cultural de pensamiento en el que estamos, se vende una visión idealizada de la maternidad como el culmen de la realización femenina. Sacralizamos nuestro útero y la capacidad de dar vida desde el hecho de parir un hijo, cuando hay muchas cosas que se pueden engendrar”, expresó a FUCSIA la psicóloga clínica Andrea Vega. Por eso es habitual que algunas mujeres sueñen con la maternidad hasta que tropiezan con ella. Otras consienten ser madres no por verdadera voluntad, sino en modo automático, “porque ya toca”, “es el siguiente paso”, “es lo normal”. Están las que se sienten presionadas por su pareja, y hasta las que tienen más de un hijo, porque han memorizado que uno solo “no se considera familia”.
Si ya eres mamá y crees que eres demasiado ansiosa, consulta si tienes los siguientes síntomas de ansiedad.
Hombres y mujeres no son medidos de igual manera. Lo máximo que se les dice a aquellos individuos que no quieren ser papás es que son “inmaduros”, mientras ellas están bajo escrutinio tanto si son como si no son madres: la gran prioridad es ser “buena mamá”, pero también “buena esposa” y “buena profesional”, porque según las protagonistas del libro, quienes deciden dedicarse exclusivamente a la crianza también son condenadas y acusadas de no hacer nada útil con sus vidas. “En el modelo de la culpa estamos condicionadas, atentas a la aprobación de si estamos haciendo lo correcto. A esto se suma el arquetipo del ‘salvador’, que está internalizado en el pensamiento femenino, de manera que somos nosotras las que debemos sacrificar nuestro ser, nuestros sueños en pro del otro”, añade Vega.
Y al tiempo que el texto de Donath ha sido llamado “el nuevo manifiesto feminista”, ella ha sumado detractores que, entre otras cosas, la cuestionan por su decisión de no tener hijos: “No escribo contra las millones de mujeres que quieren ser madres, ni contra la maternidad”, insiste. “Lo que espero es identificarla como una de tantas relaciones entre seres humanos”. Le interesa mostrar que hay muchas construcciones sociales que son impuestas como algo natural, cuando en realidad cada mujer tiene vivencias distintas. Hasta los ginecólogos preguntan directamente a sus pacientes: “¿Cuándo piensa tener hijos?”, en lugar de “¿piensa tenerlos?”. El suyo es un llamado a que las mujeres sean dueñas de sus “cuerpos, pensamientos, fantasías y deseos”.
La voz de las arrepentidas, algunos apartados de los testimonios
La socióloga Orna Donath recoge los testimonios de un grupo de mujeres que, por primera vez, se atrevieron a hablar de su infelicidad frente a la maternidad.
“Hasta el día de hoy fantaseo con la idea de que caiga enfermo y se muera. Si le ocurre algo, yo me muero, pero en cierto modo me sentiría aliviada. Es horrible, sé que decir esto es una atrocidad”.
“No se trata de que él llore o yo me enfade, o lo soporte o no... más bien es una cuestión de tener que renunciar a mi vida. En lo que a mí respecta, es una renuncia demasiado grande”.
“Soy una buena madre. Los quiero, leo libros, intento darles una educación mejor y mucho cariño. Aun así odio ser madre. Odio este papel, odio ser quien tiene que poner límites, odio la falta de libertad, la falta de espontaneidad... Si viniera el genio de la lámpara y me preguntara: ‘¿Deseas que los haga desaparecer como si nada hubiera ocurrido?’, le diría que sí, sin dudarlo”.
“Llamo, me preocupo, pregunto, me intereso, los visito, los invito a venir por vacaciones y hago todo ese teatro. Pero no me identifico con ello. (…) No soy yo de verdad. Me paso todo el rato pensando: ‘¿Cuándo acabará todo esto para que pueda volver a la cama a leer un libro, ver una buena película o escuchar la radio?’.Esas cosas van más conmigo”.
“Me duele muchísimo decirlo, y nunca me oirán decirlo. No lo entenderían en absoluto, ni cuando tengan 50 años, o a lo mejor entonces sí, pero no estoy segura. Renunciaría a ellos totalmente, sin pestañear”.