Los casos de violencia entre mujeres van en aumento. ¿Son las mujeres más violentas que los hombres? Conozca los factores que inciden en esta situación.
"A las mujeres no se les toca ni con el pétalo de una rosa”. La conocida frase, que durante generaciones han enseñado las madres con esmero a sus hijos, necesita ser revaluada con urgencia. En los tiempos en los que vivimos ya no es suficiente educar únicamente a los hombres para que traten a las mujeres con delicadeza. Si bien el maltrato doméstico es uno de los grandes males que aquejan a la sociedad, los casos de agresión entre mujeres son cada día más comunes y más violentos.
Uno de los últimos reportados por los medios nacionales en lo que va de este año, se presentó el pasado mes de febrero en un colegio femenino de Pereira. En el video realizado por una de las estudiantes de la institución, se ve la forma brutal en que dos niñas de escasos 13 años se agreden violentamente mientras sus compañeras no hacen nada para detener la pelea que, aparentemente, comenzó por la diferencia en un trabajo de grupo y terminó con los pupitres volando por el salón.
Otro incidente ocurrió en el barrio Santafé de la ciudad de Bogotá. En el video emitido por los noticieros se ve cómo dos mujeres adultas se empiezan a dar a puños en plena calle, aparentemente debido a un ajuste de cuentas. La pelea sólo se detuvo con la intervención de la policía.
El problema no es exclusivo de nuestro país. En Estados Unidos, los casos de agresión entre el mismo género son también cosa de todos los días. El año pasado, por ejemplo, un partido de fútbol femenino tuvo que ser cancelado en Nuevo México, luego de que una de las jugadoras jaló tan duro a una de su rivales por el pelo, que no sólo la mandó inmediatamente al suelo, sino que le provocó considerables lesiones en el cuello y la cabeza. Otro de los casos más impresionantes y sonados de los últimos tiempos ocurrió en Perugia, Italia, a finales del 2007. En noviembre de ese año, la inglesa Meredith Kercher fue descubierta sin vida y con señales de estrangulamiento y abuso sexual, en el piso de su apartamento. Luego de arduas investigaciones, la policía italiana arrestó a su amiga y compañera de cuarto, Amanda Knox, principal sospechosa. Todo parece indicar que cuando Kercher no quiso participar en el juego sexual de Amanda y su novio, ellos la asesinaron sin piedad. Luego de dos años de proceso judicial, la ciudadana americana fue declarada culpable por la Corte italiana en diciembre del año pasado.
Profundos motivos
Desafortunadamente, estos no son casos aislados. Es, precisamente, el aumento de ellos lo que abre el debate sobre si las mujeres son o se han vuelto más violentas que los hombres. Sicólogos expertos en el tema aseguran que la violencia femenina no es algo nuevo. Según algunos de ellos, antes de abordar este asunto se debe tener en cuenta que existen diversas manifestaciones de la agresión por parte de las mujeres. Uno de los actos más brutales cometido en su mayoría por mujeres es el asesinato de los hijos. En su libro When She Was Bad (Cuando ella era mala), la periodista canadiense Patricia Larson termina, utilizando hechos contundentes, historias reales y estadísticas precisas, con el mito de que las mujeres no son violentas por naturaleza: “Más del 80 por ciento de los neonaticidios en Estados Unidos son cometidos por mujeres; un porcentaje igual o superior, se relaciona con los casos de abuso infantil (…). El índice en el cual los niños están siendo asesinados por mujeres, es mayor que el de mujeres asesinadas por hombres”, dice un aparte del libro.
En lo que a la agresión entre mujeres se refiere, los estudios aseguran que ésta se presenta con más frecuencia entre aquellas de bajos recursos que han sido expuestas al mismo tipo de comportamientos desde la infancia. Un seguimiento hecho a reportes en los medios colombianos concluye que la mayoría de las peleas entre niñas adolescentes, como la que se menciona al comienzo de este artículo, se da en escuelas públicas en donde prevalece la ley del más fuerte. Estas niñas seguramente han sido educadas en familias en las que la resolución de conflictos por medio de la palabra no existe, y el que más duro pega, es el que tiene el poder.
Se podría afirmar, entonces, que el aumento en las agresiones entre mujeres y niñas no es sino el resultado del incremento de la violencia en general. Las imágenes violentas a las que estamos expuestos diariamente en los medios de comunicación contribuyen en gran medida a la desensibilización de la sociedad ante estos actos brutales.
Ellas, ¿más violentas?
Ahora bien, en cuanto a la pregunta de si las mujeres son más violentas que los hombres, estudios realizados por John Archer, profesor de Sicología de la Universidad de Central Lancashire y ex presidente de la Sociedad Internacional de Investigaciones sobre Agresión, demostraron que las mujeres, en lo que a confrontación doméstica se refiere, son más violentas que los hombres. Luego de estudiar a 34 mil hombres y mujeres en Inglaterra, el académico concluyó que las mujeres son más propensas que los hombres a descontrolarse y lanzar puños a diestra y siniestra. Esto, sin embargo, debe ser visto a la luz de dos puntos fundamentales: el primero, tiene que ver con que el estudio habla de la pérdida del control como tal. Es decir, las mujeres explotan con más facilidad que los hombres, pero estas explosiones de ira no necesariamente terminan en lesiones graves a su pareja. Los hombres, por su parte, cuando agreden a las mujeres, les provocan heridas de gravedad en más del 44 por ciento de los casos. El segundo punto es que, en un país desarrollado como lo es Gran Bretaña, además de que los índices de violencia son inmensamente más bajos que los de Colombia, la sociedad es menos machista que la colombiana. Por lo cual, las denuncias de abuso por parte de los hombres son más comunes, ya que ser agredido por una mujer no es motivo de vergüenza.
Todo lo contrario sucede en Colombia, donde según cifras de la Secretaría Distrital de Integración Social de Bogotá, el 78 por ciento de las demandas de violencia intrafamiliar atendidas el año pasado correspondieron a mujeres y niñas, y el 22 por ciento restante a hombres y niños. El problema está latente. La vieja frase debería ser reformada para adaptarse a los requerimientos de una sociedad moderna e incluyente. Así, sería mejor enseñarle a las nuevas generaciones que “a nadie se le toca, ni con el pétalo de una rosa”.