Es actriz, vegetariana, ama la música, algún día espera cantar, se define como punkera, adora los animales, vive en París, estudia Filosofía en La Sorbona y confiesa que no está preparada para ser mamá.
La actriz colombiana protagoniza Rabia, una cinta en la que interpreta a Rosa, una empleada doméstica y una más de los miles de inmigrantes latinos que vive en España. Pero, como el mismo protagonista, Gustavo Sánchez Parra, asegura, esta no es una historia sobre la inmigración, mientras que Martina, por su parte, la califica como de “angustiante, oscura y claustrofóbica”. Razones de peso que considera suficientes para invitar a no perdérsela.
En tres palabras, ¿cómo se definiría?
Como una mujer sensible, sencilla y apasionada. De todas maneras, es muy complicado definirse en sólo tres palabras, porque uno siempre está aprendiendo, todos los días tiene experiencias nuevas. Me gustaría haber hecho más cosas, también me falta mucho por hacer.
Antes de entrar en su faceta como actriz, ¿qué fue lo que la lanzó al estrellato? ¿Fue el modelaje?
Sí. Desde muy niña comencé modelando marcas como Gas Evolution y Jeans & Jackets. Participé en el concurso Elite Model Look de Klass Model y ocupé el tercer puesto.
Bueno, ahora sí entremos en el tema de la actuación. ¿Cómo comenzó?
Me inicié tomando cursos en la academia de Paco Barrero, en Estudio XXI y en la de Alfonso Ortiz, luego viajé a estudiar en la Central School of Speech & Drama de Londres, allí aprendí muchísimo del actor francés Vincent Cassel y del británico Ewan McGregor, éste último actor de películas como Moulin Rouge y La Guerra de las Galaxias.
¿Esa temporada en Londres marcó su vida?
Disfruté muchísimo de esa ciudad, todo el día me la pasaba en museos y exposiciones. Vi en vivo conciertos de agrupaciones que quiero y admiro mucho, como The Cure y David Bowie, y fue allí donde, como he dicho en muchas entrevistas, aprendí a “encontrar la belleza en todas las cosas”.
Hablemos de su paso por la televisión…
Actúe en telenovelas como Rosas del atardecer, María Madrugada, Francisco El Matemático, La Guerra de las Rosas, donde era la famosa Caperuza y por esa interpretación me postularon a un Premio India Catalina, en la modalidad de Mejor Actriz Revelación, y también a los Premios TV y Novelas en la misma categoría.
Pero no hemos hablado de su papel en Amor a la plancha…
Mientras estaba en Edimburgo, recibí un correo electrónico con el perfil de mi personaje, Rita, y unas escenas para esa audición. Envié mi propuesta, y al poco tiempo ya estábamos grabando la telenovela, que fue dirigida magistralmente por Mario Ribero. Yo creo que este papel fue el que me permitió evolucionar y consolidarme en el mundo de la televisión. Después vino La saga.
¿Y su llegada al cine?
Debuté en Perder es cuestión de método, de Sergio Cabrera, en la que mi papel era Quica, esa niñita prostituta que me hizo famosa. Después, si no me equivoco, llegó Satanás, en la que interpreté a Natalia, la alumna de Campoelías Delgado, que él asesina a puñaladas, en una escena que todavía recuerdo con horror. Me acuerdo que cuando recibí el guión y lo leí, pase como diez noches en vela, me tocó profundizar en esa historia terrible de la matanza de Pozzetto.
¿Cómo fue su paso por México?
Me instalé en Michoacán a rodar la película Amar a morir, una coproducción colombo-mexicana, de Fernando Lebrija, en la que desempeñé el papel de Rosa, una niña bellísima que se enamora del hijo de un acaudalado empresario mexicano.
¿Por qué volvió a Londres en el 2001?
A profundizar mis estudios de actuación en la Central School of Speech & Drama. Pienso que en el terreno de la actuación uno nunca debe dejar de estudiar.
Con su actuación en Perder es cuestión de método, llegó a España. ¿Cómo la recibió la crítica?
De manera maravillosa, y fue entonces cuando empezó a representarme la agencia de actores más importante de España.
A finales del 2007, le tocó escoger entre quedarse en México, regresar a Colombia o viajar a España, para ser la protagonista de Rabia. ¿Qué pasó?
Me decidí por viajar a España y aceptar el papel que me ofrecía Sebastián Cordero.
Hablemos de su incursión en la filosofía…
Sí, esa es una disciplina que se impuso en mi vida. Yo me cuestiono todo, primero como persona y luego como actriz, y la filosofía me mantiene el espíritu abierto. Lo interesante de ser actor es la posibilidad de “ser otra persona, pensar diferente”. La filosofía me permite acercarme al origen y a la verdad.
Bueno, pero su vida hoy, es, como decimos en Colombia, “todo un jaleo”…
¡Huy, sí! Estoy en proceso de volver a organizarla.
En cuanto a música, ¿qué oye?
En ese aspecto soy un poco ecléctica, yo oigo desde John Frusciante (guitarrista de los Red Hot Chili Peppers), hasta Bach, pasando por la francesa Charlotte Gainsbourg, la ahora primera dama de Francia, Carla Bruni, Sophie Auster, Blondie, Louis Bertignac, Kurt Weil, Beethoven y Schubert.
¿No ha pensado lanzarse al canto?
Algún día. Excúsame la falta de modestia: creo que no lo haría nada mal.
En alguna parte leí que iba siguiendo los pasos de Penélope Cruz y que, como ella, de Barcelona podría terminar en Hollywood…
Cada momento es una escala para el siguiente. Tal como me lo preguntas, nunca me lo he propuesto, pero si termino en Hollywood, qué maravilla. Sólo Dios sabe.
¿Se ve como mamá?
En este momento de mi vida aún no siento ese instinto maternal, tengo más el instinto protector por los animales, soy vegetariana hace once años y con los animales siento una cosa muy fuerte. Hoy por hoy, bastante responsabilidad tengo conmigo misma, estoy en mil cosas por el mundo y sería irresponsable ser mamá.
¿Cómo se ve de vieja?
Me cuesta ver el futuro, soy como alguien que está muy presente, me pasan tantas cosas al mismo tiempo, que no lo tengo para pensar en otras más que vayan a pasar. Me da un dolor enorme, porque estar vieja significa ya no tener a mis papás y a mi familia y para mi la vida es casi imposible sin ellos, a pesar de que entiendo y soy consciente de la muerte. Tal vez ya no estaré actuando, sino escribiendo, sin duda.
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