Entrevistamos en exclusiva a la mujer que en 1974 creó un vestido que hizo “posible tener la vida que tenían los hombres, pero con un cuerpo de mujer”, y que acaba de publicar su libro The Woman that Wanted to Be.
¿Por qué es importante la moda para el empoderamiento de las mujeres?
No hay nada que te haga más bella y poderosa que la confianza, el poder es sobretodo acerca de estar segura de ti misma. Mi rol en la moda es el de ser la amiga en el clóset de las mujeres.
Cuando uno se despierta en la mañana, medio adormilada y algo cansada, y va al clóset y no tiene idea de qué ponerse, busca un amigo y ese puede ser uno de mis wrap dresses. Ahora que estoy en el inicio de una gran transformación: tengo un nuevo CEO y un nuevo equipo, y quiero que la marca sea joven y resulte relevante –incluso después de mí– para los Millennials, quiero ser recordada como la creadora que le dijo a las mujeres que podían ser las mujeres que querían ser. Ese es mi mensaje, no solo con mi trabajo como diseñadora, sino también con mis proyectos de mentoría y filantropía.
Cuéntenos cómo fue ese momento cuando Diana Vreeland vio sus wrap dresses (vestidos de amarrar) y pensó que eran una pieza revolucionaria del mundo de la moda.
Ella era muy instrumental, era esa emblemática editora que vio estos pequeños vestidos que yo hacía –que nadie parecía admitir que tuvieran algo especial–, e inmediatamente reaccionó. Le parecieron únicos, prácticos, la encarnación de una era para la mujer que conquistaba un naciente mundo laboral, así es que los puso en su revista y con esto cobraron un reconocimiento insospechado.
¿Cuál es el wrap dress de su vida, ese episodio o persona que –como ese vestido– cambió su historia para siempre?
Podría decir que la gente que conocí, mis dos esposos, por ejemplo, o Angelo Ferretti, el hombre en la fábrica que me enseñó todo lo que sé, pero creo que en realidad el wrap dress de mi vida fue el día de mi nacimiento porque a mi madre le dijeron que no sobreviviría al parto y que si lo hacía, no lo haría yo. Pero las dos lo superamos.
¿Cómo es su relación con las nuevas generaciones?
En mi juventud, en los años setenta nadie conocía el Sida ni las enfermedades de transmisión sexual, así es que vivíamos en plena libertad sexual, nadie se imaginaba que eso nos podía enfermar, así es que éramos y nos comportábamos muy diferente a como es ahora. Pero mi relación con las nuevas generaciones –con esos que han llamado Millennials–, es muy especial, porque a pesar de que ahora soy vieja, cada cosa importante de mi vida la hice antes de que tuviera 28 años: me casé, tuve hijos, me vine a América, fundé mi propia compañía y fui exitosa, estuve en la portada de Time y me separé.
Luego de eso, todo no fue otra cosa que la repetición de lo que hice antes. Creo que es por eso que realmente puedo darles buenos consejos a los jóvenes y entender sus gustos. Esa década de los años setenta es la más vibrante en mi memoria. Recuerdo esos días más que cualquier cosa en mi vida.
Su mamá siempre fue una gran inspiración para usted, ¿cuál fue el consejo más importante que le dio?
Que el miedo no era una opción y que no importaba lo que pasara en la vida,
nunca me debería sentir ni comportar como una víctima.
¿Cree que hay desventajas en el mundo laboral por ser mujer?
En el mundo de la moda no mucho, es un negocio de mujeres principalmente, así es que personalmente nunca me sentí en desventaja.
Sin embargo, en la vida corporativa a las mujeres sí que les toca trabajar el doble.
En el libro que acaba de escribir dice que vivir es aprender, ¿qué ha aprendido de este show en el que busca la nueva embajadora de DVF?
La mayor lección es la de humildad cuando me veo a mí misma en la pantalla. Creo que estoy muy vieja, pero ha sido una experiencia divertida, y menos difícil de lo que imaginé, porque hay muchos ensayos y soy muy fiel a mí misma. Trato de enseñarles a las participantes algo y, a la vez, ser entretenida para la audiencia y mostrarles qué pasa al interior de una casa de moda.
¿Si hubiera habido un programa como este al principio de su carrera, a quién hubiera elegido como mentor y por qué?
Me hubiera gustado trabajar con Diana Vreeland, ella fue mi mentora y fue muy importante en mi carrera.
¿Algo que quiere que tenga la gente que trabaja con usted?
Me gusta que sean verdaderos consigo mismos y honestos.
¿Cuál es el mayor reto que enfrentará la embajadora que elija?
Cuando se lee mi libro se puede ver que cada día, cada momento y cada paso trae retos y dificultades, y uno siempre dice: cuando consiga esto estaré bien, pero luego aparecen cosas nuevas, y así nos pasamos la vida. Los retos son parte natural del crecimiento. Lo más importante es hacer lo mejor que puedas y ser honesta contigo misma.
¿Qué es lo más difícil de encontrar una nueva cara para su compañía?
Lo que quiero esta vez no solo es alguien que represente la marca, sino que además represente la generación de nuevas compradoras. Alguien que nos ayude a saber cómo lidiar con las nuevas demandas de los Millennials, en donde cada quien es su propia marca. Quiero ver cómo podemos incorporar eso en una compañía establecida.
¿Qué tipo de jefa es?
Soy una buena mujer, muy maternal y así soy como jefa. Puedo decir que cualquiera que se haya topado conmigo o con mi compañía ha aprendido algo. Yo era muy joven cuando empecé en este negocio y siempre compartí mi experiencia y mostré mi vulnerabilidad, y trato de enseñar y mostrar eso a los demás.
¿Cuándo piensa que sería pertinente retirarse?
Espero no retirarme nunca del todo, pero con mi nuevo equipo me daré el permiso de dar un paso atrás para concentrarme en la gran plataforma de comunicación de la marca, porque cuando eres exitosa pasan dos cosas: primero, eres financieramente independiente, y segundo: tienes una voz, y si tienes una voz es tu obligación y tu privilegio usarla, sobretodo en pro de la gente que no la tiene.