“¿Qué viene a enseñarme esta enfermedad?”, "¿Qué me está gritando el cuerpo acerca de mi vida emocional?”. Preguntas y testimonios que abren los ojos sobre esta enfermedad y permiten experimentar un renacer.
El cáncer es un gran maestro que educa para vivir de una manera diferente; no como nos gustaría, sino cómo podemos vivir mejor”, explica el doctor Santiago Rojas al definir la enfermedad. Para el especialista en cuidados paliativos oncológicos, no se trata de resignación porque ello implica sufrimiento, algo así como “me tocó”. La oportunidad está en aceptar y transformar. “Es cierto que la mayoría de mis pacientes llegan en negación, en un ‘modo rabia’ no útil. Pero la mejor opción es expresar esas emociones para capitalizarlas y mirarnos diferente. Así, en lugar de que el miedo nos paralice, nos invita a empezar a cuidarnos”.
Algunos consejos para lograrlo, según el especialista, son: primero, reconstruir el sentido de vida; este no debe ser evitar sufrir o morir. En lugar de sintonizar un mensaje negativo como “no me quiero morir porque no puedo dejar a mis hijos”, es conveniente darle la vuelta en positivo: “Quiero vivir para así poder disfrutar con ellos”. Segundo, estar en el presente, es decir, dejar de querer todo lo que se tenía antes. “Uno siempre añora el pasado pero eso es porque tenemos mala memoria”.
Sanar la mente
Para Rojas el cuerpo enfermo es como un carro averiado y cada paciente es el conductor con su mente y emociones. La carretera es el terreno energético, de manera que hay que atender los tres aspectos. “Si la persona cuida su parte física con una dieta saludable y ejercicio, y rescata el sentido de vida trabajando en las emociones podrá realizar más fácilmente las otras terapias indicadas”. Para ello recomienda hacer yoga, meditar, practicar técnicas de relajación y la homeopatía. En cuanto a esencias florales en su lista están la genciana, para hacerle frente a la depresión; la estrella de Belén, que ayuda a superar traumas; el mímulo, para el miedo, y la mimosa, si hay baja autoestima.
Diálogos con el cuerpo
Es una terapia que permite a los pacientes responder preguntas existenciales del tipo: “¿Qué mensaje tiene para mí esta enfermedad?”. “Se dan cuenta de cómo han vivido, pues el problema que las afecta es un reflejo de sus hábitos, de sus emociones, de su carácter, de su relación con los demás”, comenta la psicóloga clínica Laura Montoya. En el caso del cáncer de mama, la técnica ofrece tres conversaciones posibles: una con el órgano comprometido, es decir el seno; otra con las células oncológicas, y una tercera, con el sistema inmunológico. La persona comienza por visualizarlos en su mente, describirlos en detalle y en algún momento asumirá el rol de cualquiera de ellos y desde esa posición manifestará cómo se siente. El terapeuta que coordina la sesión no solo está entrenado en anatomía, sino que debe conocer las características de la personalidad de cada órgano, pues también interpretará los distintos papeles. “Si me convierto en las células cancerosas, por ejemplo, hago de villana y le explico a quien está enferma que ‘no tenemos límites, que nos creemos inmortales, que somos invasoras’. Luego de dar esa información, le pregunto en qué se parece ella a esa descripción que acabo de hacer y entonces puede darse cuenta de que tampoco pone límites, siente que nada le queda grande, nunca descansa y pasa por encima de lo que sea con tal de cumplir sus objetivos. En el diálogo con el sistema inmunológico, que es el que nos protege, muchas veces salen a flote situaciones no superadas con los padres”. Más que sanar, la finalidad es lograr una reconciliación, un reencuentro con el cuerpo y cambiar la perspectiva de la vida.
Constelaciones familiares
Esta terapia alternativa parte de la base de que cada individuo pertenece a un sistema familiar, “de manera que no solo heredamos la carga genética, que determina si vamos a ser altos o bajitos, sino también la energética”, explica Juan Fernando Arango, médico familiar, bioenergético y homeópata.
La psicóloga clínica Brigitte Champetier de Ribes, directora del Instituto de Constelaciones Familiares de Madrid, señala que desde esta perspectiva el cáncer de mama puede evidenciar un desorden en relación con la madre: “Toda enfermedad es una respuesta a un alejamiento de la vida. La persona se ha enfrentado a conflictos que le exigían cambiar profundamente sus creencias y hábitos y se ha visto superada por estos. Sus intrincaciones con ancestros, su imitación inconsciente del sufrimiento de algunos de ellos, la llevan a rechazar y no asumir las situaciones difíciles. Los conflictos no resueltos se somatizan”.
Los expertos apuntan a que una paciente zurda, cuyo tumor aparezca en el seno izquierdo, podría tener una dificultad con lo masculino. Lo mismo si es diestra y el cáncer está en la mama derecha. Si se encuentra en el lado que no es dominante “revelaría un desorden con lo que se materna, por ejemplo, un hijo o una pareja a la que trato como tal”, agrega Esperanza Niño, bio psicoterapeuta y consteladora. No se trata de desconocer la individualidad de cada paciente a la hora de trabajar sus problemas. “¿Por qué no todas las mujeres de una misma familia desarrollan la enfermedad? No sirve de mucho someterse a una mastectomía radical y a sesiones de quimio si no se es consciente de lo que sucede de fondo”. Por eso Champetier concluye que, si bien “nadie es responsable de lo que le ha sido transmitido, sí tiene la libertad de imitar el pasado (reforzando los genes) o de ser autónomo, renunciando a las emociones y creencias limitantes aprendidas, y siendo creativo con su vida, con lo que produciría la mutación o desaparición del gen peligroso”.
Y a la hora del sexo...
El cáncer de mama afecta un símbolo de feminidad, de erotismo. Por eso, la ginecóloga y sexóloga Myriam Ribes considera que su implicación emocional puede ser mucho más compleja e intensa que en otro tipo de cáncer. “El diagnóstico de por sí afecta emocionalmente y disminuye el apetito sexual, pero los tratamientos de quimio y radioterapia inciden ya de forma física sobre ese deseo, debido al cansancio, el déficit hormonal, la sequedad de piel y mucosas, y el dolor físico y genital. Además, la cirugía y los tratamientos complementarios tienen efectos en la autoimagen corporal y, en consecuencia, también influyen de forma dramática en la sexualidad”.
En eso coincide la psicóloga clínica Frauky Jiménez: “Es muy común que luego de la pérdida de un seno, una pareja se desintegre. Las estadísticas apuntan a que las relaciones más duraderas y satisfactorias se consiguen ya después de ese evento”.
Las recomendaciones de los expertos para recuperar la actividad sexual van desde el uso de lubricantes hasta acudir a la fisioterapia, la medicación hormonal y los ansiolíticos. “El sexo también es terapia: tiene el potencial de aliviar los efectos secundarios de este proceso, al mejorar poco a poco la hidratación vulvovaginal y el deseo –afirma Ribes–. Los orgasmos e, incluso, solo el placer de la propia intimidad tienen un efecto tranquilizante, analgésico y trófico”.
Testimonios
Un despertar,
Testimonio de Aileen Sasson, empresaria
“Cuando uno pasa por un cáncer de mama ve que muchas mujeres se quieren morir yendo al quirófano a que les quiten parte del seno. En mi caso, decidí ver cada cirugía como una nueva oportunidad... y ya llevo 14 desde 2007. Porque luego de la tercera preferí la mastectomía radical con reconstrucción estética del lado derecho. Sin embargo, la quimioterapia me bajó las defensas, tuve una infección y mi cuerpo rechazó la prótesis que tuvieron que sacarme para hacerme un lavado quirúrgico. Eso me pasó dos veces más y es la hora en que no me he puesto los implantes. El izquierdo me lo quité hace año y medio, porque me salió un carcinoma. Con todo y eso, seguí luciendo mis bikinis, y en la intimidad, mientras me acostumbraba a mostrarme de nuevo frente a alguien, opté por usar unos brasieres muy lindos con relleno. Aprendí a querer mis cicatrices, a aceptarme sin un pezón, con dos tetas chuecas y tengo claro que quien quiera estar conmigo debe hacer lo mismo.
”Aunque soy relajada con la parte física, durante las quimios nunca me quedé en la cama y me iba a cada sesión emperifollada. Era como ponerme mi armadura para irme a luchar en vez de darle a la enfermedad el gusto de verme vuelta nada, pese a que así me sintiera, porque es como tener en combo la peor gripa con el peor guayabo. De todos modos, reconozco que me dio durísimo perder el primer mechón de pelo que se me quedó enredado en el asa de la cartera. Entonces mi esposo me dijo que dejara de llorar por algo que volvería a crecer, y creo que en parte por esa reacción me separé... yo esperaba que me dijera que me seguiría viendo igual de bonita.
”Es cierto que todo parece desajustarse pero solo así surgió el impulso de empezar proyectos que nunca hubiera hecho. Y a mis 41 celebro cada cumpleaños. Es más, al despertarme agradezco la posibilidad de vivir un nuevo día”.
El regalo menos pensado
Testimonio de Ximena Peña, Economista, investigadora de la Universidad de los Andes
“Siempre pienso en una frase de una charla TED que me marcó. La conferencista describía el cáncer como un regalo... un regalo que quizá no daría a nadie, pues difícilmente alguien se lo recibiría. Para mí también ha sido y sigue siendo todos los días un regalo que no cambiaría. Eso sí, quisiera vivir muchos años para disfrutar lo que he aprendido gracias a esta experiencia.
Me ayudó a encontrar a Dios. Soy científica y cuando inicialmente me curé de un cáncer de seno decía que el éxito se debía a que había sido juiciosa con el tratamiento. Pero la verdad no aprendí nada de esa primera prueba hasta que dos años después volvió el diagnóstico metastásico. En esas circunstancias los médicos le explican a uno que es incurable. Hasta entonces me sentía bidimensional. Me faltaba la espiritualidad. Por eso le digo a mi oncóloga que ojalá Dios me permita ser ‘su milagro‘ para que ella crea.
v Me enseñó el poder del perdón. Si Dios es amor, yo también soy amor. Todos tenemos un pedazo de su divinidad. Por eso tengo que perdonar, no por los demás sino porque me lo merezco para no cargar con una amargura eternamente. Me ha otorgado una perspectiva infinita. No sacrifico el tiempo con mi esposo y con mi hija. Mi lista de prioridades se volvió muy breve. Ahora soy consciente de cómo uso cada hora del día y ya no me da pena decir que no, ni hago nada por quedar bien o porque toca.
Me ha mostrado que la felicidad no es lo que yo pensaba. Antes vivía enfocada en mis objetivos profesionales y una vez alcanzaba una meta, no disfrutaba ni media hora porque empezaba a buscar otra. La insatisfacción era permanente. Encontré la plenitud en la tranquilidad de las cosas sencillas de cada día. Me evidenció lo que es el amor. Mi esposo, Mauricio Santamaría, renunció a su trabajo soñado como director de Planeación Nacional para dedicarse a hacer consultorías y poder disfrutar más tiempo conmigo.
Me ha dado lecciones sobre mi cuerpo. Lo amo tal y como es y me siento más atractiva que nunca, porque estoy cómoda conmigo misma. Dejé de mirarme al espejo como si fuera mi peor enemiga. Además, ya sé escucharlo. Si estoy cansada, simplemente descanso. Me volcó al servicio. Cuando uno recibe un llamado no debe ignorarlo. Así empecé un proyecto que consiste en entregar lavadoras a familias de bajos ingresos para mejorar su calidad de vida. No es ego, es tener un propósito.v Me ha dejado claro que el presente es lo que importa. Solo estamos hoy, y hoy estoy agradecida por lo que tengo sin echar de menos lo que ya no tengo”.
MÁS INFORMACIÓN
Terapia floral
Santiago Rojas
www. siu-tutuava.com
Diálogos con el cuerpo
Laura Montoya,
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Costelaciones familiares
Arango & Niño Medicina Bioenergética
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