Perfil

Cómo Hollywood casi se pierde de Amy Adams

Fucsia.co, 2/3/2014

Fue criada como mormona, trabajó de mesera en Hooters y estuvo a punto de tirar la toalla en el cine. A sus espaldas, cinco nominaciones al Óscar, la última por su papel en 'Escándalo Americano', que finalmente le arrebató Cate Blanchett por su interpretación en 'Blue Jasmin'.

Para muchos, el nombre de Amy Adams sigue evocando a la ingenua princesa de la película Encantada, de Disney, aunque la actriz se ha encargado de ir matando poco a poco su cuento de hadas. Porque princesa que se respete debe ser besada por un príncipe y no por otra “damisela”, como sucede en su reciente cinta 'Escándalo Americano' (American Hustle) con su colega Jennifer Lawrence. Incluso fue ella quien le propuso la alocada escena a David O. Russell, director de esta historia de estafadores presionados por el FBI para hacer caer a los políticos corruptos y a mafiosos.

Por este tipo de ideas, los cineastas suelen invitarla a trabajar en la etapa de gestación de sus papeles. “Ella puede hacer que cualquier diálogo que escribas suene inconcluso. Definitivamente es una musa”, fue el cumplido que le hizo Spike Jonze, quien la dirigió en el romance de ciencia ficción 'Her', otro de sus recientes éxitos.

Y es que el método que emplea Adams refleja su carácter de nerd, como ella misma confiesa: consiste en recrear el universo de cada personaje desde los tres años de edad para entender sus motivaciones psicológicas. “¿Cuáles son sus creencias religiosas?, me pregunto, porque ese es un indicador del comportamiento”, comentó alguna vez la intérprete.

A sus 39 años no oculta que siente una inclinación natural hacia los roles de mujeres felices y optimistas: “realmente los disfruto porque uno carga con ellos y los lleva a casa quiera o no”. Por eso, ha dejado saber lo afortunada que se siente por haber cumplido sus sueños de infancia al ser princesa, trabajar con los Muppets y cautivar el corazón de Superman como Lois Lane. Pero también ha mostrado su carácter al personificar a una monja inocente en 'La duda', y al caracterizar papeles más oscuros como el de mesera ruda en 'The Fighter', o el de la esposa del líder de una secta en 'The Master'.

Su transformación en la femme fatale embaucadora de 'Escándalo Americano', al igual que las anteriores, le mereció su última nominación al Óscar, en esta oportunidad, como mejor actriz principal. Galardón que, finalmente, recayó en manos de su compañera de profesión, Cate Blanchett, por su brillante interpretación en la película 'Blue Jasmin'. Sin embargo, desde que en 2005 entró por primera vez a competir por los premios de la Academia con el filme independiente 'Junebu', ha tenido la opción de llevarse la estatuilla en cinco oportunidades, un reconocimiento que no recibe cualquiera. 


AP/ Fotograma de la película 'Escándalo Americano' con todos sus personajes principales.

La clave para ella consiste en entregarse de la misma manera en todas sus actuaciones y admite que hace “comedia con la seriedad del drama”, logrando desaparecer detrás de las identidades que asume. “Su sello son sus ojos, lo que logra transmitir a través de ellos. Basta fijarse en las fotos de sus películas para detectar que no hay nada parecido en sus miradas, es fascinante que nunca acabas de conocerla, que siempre está mostrando otra faceta: baila, canta y actúa, aunque sabe cuándo hacer alarde de sus habilidades”, opinó para FUCSIA el crítico cinematográfico Samuel Castro, editor de la página web especializada Ochoymedio. Ella reconoce que tal capacidad la adquirió por su formación teatral, “porque en el escenario no hay nada que esconder, aun si no estás hablando, estás expuesta”.

Por su aparición sin intermitencias en la gran pantalla, “el de Amy Adams tiene que ser el ascenso más rápido de Hollywood”, declaró la revista Vanity Fair, refiriéndose a su carrera. Ella misma se cataloga de “acaparadora de trabajo”, una “patología”, que heredó de su largo periodo en el anonimato, pues solo hasta los 30 años conoció la fama. “La prueba de que es muy acertada en sus elecciones es que persiguió al director de 'La duda' porque quería ser la monja. Lo llamó y le pidió que se encontraran en un café aunque supiera que él ya había pensado en otra actriz, porque quería ser parte de esa historia. Esa determinación es la que la ha convertido en una estrella”, afirma Castro.

Adams explica que por haber pasado “toda una vida” sin que nadie le prestara atención le resulta extraño el asunto de ser una it girl. La han comparado con Ingrid Bergman, por un cierto aire beatífico; con Vivien Leigh, por su belleza clásica, y lo curioso es que hasta hace poco usaba ropa de segunda y saludaba a sus colegas con la exaltación casi infantil de una fan cualquiera. Admite que tuvo un ataque de nervios en una alfombra roja al estar cerca de Meryl Streep: “me preguntaba qué estaba haciendo allí”, afirmó, porque su plan era ir a Taco Bell después de la ceremonia. Nada más gratificante que ganarse la admiración de aquella persona a quien se admira, y la veterana actriz, con quien Adams ha actuado en dos películas, calificó su técnica de “maestra”.

Su visión de la fama la ha ayudado a mantenerse al margen de los tabloides y del acoso de los paparazzi: “este negocio puede hacerte sentir como si caminaras con el trasero al aire –habría manifestado–. Pero no hay nada interesante en mí, creo que porque soy algo mayor y no tengo una vida nocturna más allá de salir a buscar comida mexicana”.

Su vida social se limita a su pareja desde hace doce años, el artista visual Darren Le Gallo, y a su hija Aviana, que nació en 2010. Bromea con que si alguien quiere buscarle un escándalo tendría que escudriñar en su pasado para seguir sacándole jugo a su trabajo como mesera sexy cuando tenía 18, a pesar de haber sido criada en la religión mormona. “Todo lo que he logrado se lo debo a esa experiencia de tres semanas en Hooters”, expresó con sarcasmo al periódico The Observer. Eso sí, le sirvió para comprarse su primer carro.

AP/La belleza de Amy Adams le valió para trabajar tres semanas como mesera de Hooters y poder, así, adquirir su primer carro.

En realidad la actriz empezó a prepararse desde muy joven. Su papá, un militar, estaba de servicio en una base en Italia, de manera que la cuarta de sus siete hijos nació en Vicenza. Luego él se radicó en Colorado donde se dedicó a cantar en bares a los que llevaba a sus niños, a quienes además inscribía en presentaciones musicales. Y de los bares, los pequeños iban al gimnasio, donde la mamá entrenaba fisicoculturismo.

Por eso, con el divorcio de los padres y el aumento de las urgencias económicas, la aspiración de los Adams era obtener una beca universitaria. Amy, quien no se había distinguido por ser buena estudiante, desistió de esa idea. Entonces quería ser bailarina pero dejó ese sueño inconcluso cuando sintió que no tenía las dotes suficientes para ser profesional. Trabajó en un almacén de Gap y en Hooters antes de descubrir los teatro-restaurantes en los que, además de atender mesas, actuaba en ocho presentaciones a la semana. Fue así como llamó la atención de un cazatalentos que la invitó a hacer el papel de porrista en un filme cómico llamado 'Drop Dead Gorgeous', rodado en Minnesota. Una de sus protagonistas era Kirstie Alley, quien la convenció de probar suerte en Hollywood.

El hecho de que en el camino hacia Los Ángeles su carro dejara de funcionar, pareciera haber sido un aviso de lo difícil que sería su travesía. Los estudios Fox le ofrecieron ser la figura central de una serie sobre adolescentes involucrados en peligrosos juegos sexuales, basada en la película 'Cruel Intentions'. Pero la cadena desechó el programa por considerarlo “demasiado picante” y solo juntaron las escenas grabadas para hacer una cinta que fue un completo desastre.

Luego de varios rechazos y de obtener papeles menores creyó que su momento finalmente había llegado: en 2002 participó en 'Atrápame si puedes', dirigida por Steven Spielberg. Sus familiares solían molestarla con el cuento de que el día en el que conociera a Leonardo DiCaprio les enviara una foto autografiada. Por eso no podía creer que le tocara ser su novia en la ficción.

Para su desdicha, en lugar de que le llovieran ofertas laborales luego de semejante vitrinazo, permaneció un largo periodo sin recibirlas. Peor aún, luego le dieron un personaje en una serie llamada 'Dr. Vegas', pero sus creadores decidieron sacarlo de la trama. En medio de una crisis existencial tomó clases de actuación para aprender a expresar las emociones que solía reprimir, porque revela que siempre se “había sentido vulnerable”. Fue allí donde conoció a Le Gallo, su compañero, quien también era una especie de actor frustrado. Además cambió el rubio natural de su pelo por el rojo.

AP/La actriz con su pareja desde hace más de 12 años Darren Le Gallo en la fiesta de Vanity Fair posterior a los Oscar

A pesar de conseguir un papel en 'Junebug', una pequeña cinta de un millón de dólares, se dedicó a hacer una lista de posibles nuevos trabajos porque consideraba inaudito que a los 30 no pudiera pagar el arriendo. Su último intento fue ir a una audición de la que lo único que sabía era que debía cantar y bailar. Entre la multitud de 300 competidoras ella era la número 275. Se trataba de 'Encantada'. Y Adams no solo ganó el rol de la princesa Giselle en la gran producción de Disney que la lanzaría al estrellato, sino que aquel proyecto de bajo presupuesto del que no esperaba nada le dio su primera nominación al galardón más codiciado del cine.

Hoy recuerda cómo su mamá, que entonces trabajaba en Starbucks, mostraba su orgullo. “No puedes decirles a todos los que vienen por un café que tu hija va a ir a los Óscar”, le decía. Y confiesa que todavía no se acostumbra al reconocimiento: “sigo pensando que soy la misma chica pobre de Colorado que tuvo tres trabajos para pagar un carro”.

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