La empresaria pereirana habla sobre cómo con un enfoque humanista orientado al liderazgo de la mujer ha construido una de las cadenas de restaurantes más importantes del país.
Su espíritu emprendedor ha hecho de esta empresaria una de las mujeres más destacadas en Colombia. Liliana se ha enfocado en llevar su marca por todo el territorio nacional con el fin de ofrecer bienestar y apoyo a cientos de colombianos y así potencializar los valores multiculturales de nuestro país.
El hacer parte de una numerosa familia hizo que Liliana pudiera adquirir las mejores herramientas para desenvolverse en su trabajo, pues, gracias a ella, aprendió a trabajar en equipo, a negociar y, sobre todo, a respetar las diferencias, lo cual le ha servido para liderar su organización.
“Lo más importante en la vida es uno poderse relacionar, en donde pueda haber una construcción colaborativa, diálogo, ese conocer qué piensa el otro, descubrirnos mutuamente en el misterio que somos como seres humanos (...) En mí siempre hubo un espíritu de servicio. Yo he aprendido para luego entregar y ese flujo permanente me ha permitido crecer”.
Para esta pereirana las mujeres tienen una gran facilidad para leer al otro y desarrollar la capacidad de cuidarlo. Por eso, dentro de la filosofía de su empresa está el hacer sentir bien a los demás para crecer juntos.
Esta idea de vida no es nueva. Desde que inició este proyecto en el año 1977, cuando su esposo Alfredo Hoyos Mazuera (q.e.p.d.) aún la acompañaba en ese sueño, Liliana fundó la primera cadena de pollo apanado del país. Con su pareja, conformaron una unidad en la que ambos aprendieron a reconocerse desde la diferencia para construir con solidaridad lo que hoy conocemos como Frisby, una de las empresas más importantes de Colombia que en la actualidad tiene 270 restaurantes en el país y provee más de 5000 empleos directos.
“Ese aprender a trabajar juntos también fue un desafío y encontrar cuáles eran los lugares en donde podíamos estar los 2 entregando el talento hizo lo que hoy es Frisby, una empresa inspiradora que realmente se ocupa de algo más que generar utilidades, es una empresa humanista, una empresa espiritual también”.
Para Liliana Restrepo el emprendimiento en las regiones es sumamente importante y es una de las mejores formas de acercarse a esa diversidad que caracteriza a nuestro país. Para ella, es clave que las empresas no solo piensen en las regiones como puntos comerciales, sino que tengan en cuenta el capital humano que hay en cada una de ellas y realicen proyectos que les ayuden a mejorar su calidad de vida.
“Es un deber de las marcas llegar a muchas partes, porque a veces solo se llega a donde uno puede saber que es bueno el comercio y nosotros hemos explorado estar en lugares como Quibdó, Yopal, y muchas otras regiones en las que uno diría ¿cómo vamos a llevar la cultura y cómo vamos también a descubrir cuáles son los valores de cada región? Y hemos encontrado en esa diversidad una riqueza muy bonita, cómo aprecian y cómo cuidan”.
De acuerdo con Liliana Restrepo, ser mujer en los negocios es aportar al medio ese toque de inteligencia, disciplina, resistencia, de poder acoger y de cuidar. “Ese mundo espiritual de una mujer es tan amplio que creo que le hace falta al mundo tener esa posibilidad de darles voz, de darle la posibilidad de que brillen, de entregarles desafíos (...) tenemos unos potenciales maravillosos y lo único que falta es una oportunidad”.
Ese compartir de la mujer en espacios en donde tradicionalmente hay más personal masculino ha sido un reto, sobre todo, porque muchas veces no se toma en serio lo que ellas dicen. Por eso, es necesario que cada vez alcen más su voz y luchen por ser personas integrales que unan en justa medida la intelectualidad con las emociones.
“Creo que esa integralidad le da una visión muy amplia a la mujer y ella encuentra detalles que pueden hacer la gran diferencia en una decisión (...) a veces si nos volvemos muy intelectuales dejamos de lado esa parte emocional que es la que le da color a la vida, le da sentido a la vida, el goce el disfrute, la picardía, el detalle el cariño, o sea eso hay que mezclarlo para que el calor y color de la vida sea más bonita”.
Para esta empresaria colombiana hablar de liderazgo es tratar un tema de compromiso y, para cumplirlo a cabalidad, hay que partir de un trabajo personal de autogestión que permita que cada mujer se pueda conocer y así poder acompañar de una manera responsable y respetuosa a las personas con las que ellas trabajan.
“Yo las invito a que se hagan cargo de quienes son, ocupen el lugar, saquen su voz porque tenemos mucho para decir con amor, con respeto, con cuidado. No nos quedemos calladas, yo creo que la voz nuestra el mundo hoy la necesita (...)cuando hay un propósito claro en tu corazón todo el universo te ayuda a sacarlo adelante, pero tienes que tener persistencia, disciplina; las cosas a uno no se las regalan, tienes que trabajar para poder recibir”.
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