En esta vibrante obra, Grondona fusionó el arte urbano, sus raíces y la esencia de Curaçao, convirtiéndose en protagonista de una de las principales celebraciones culturales de la isla.
Considerada por muchos como una de las mejores islas del Caribe, Curaçao es un destino que no solo ofrece playa, brisa y mar; también, historia, multiculturalidad y expresión urbana. Justamente, se ha convertido en el epicentro del Kaya Kaya Festival, un encuentro para celebrar la riqueza identitaria de Curaçao a través del arte, la gastronomía, la música, el empoderamiento y la alegría de su gente.
El Kaya Kaya, que nació hace seis años como un modesto festival callejero, se ha transformado en un destacado evento que atrae a miles visitantes de todas partes del mundo y que invita a participar a tanto artistas locales como internacionales. Lo que comenzó como una iniciativa para embellecer la comunidad de Otrobanda (Willemstad), ha evolucionado hasta convertirse en una inmensa celebración de la cultura caribeña.
Para la edición 2024, que se realizó hace algunos días, el festival hizo una invitación especial a la artista colombiana Viviana Grondona, quien ha logrado ganarse un lugar en su campo gracias a su trabajo creativo, innovador y colorido.
“La invitación llegó desde la Oficina de Turismo de Curaçao, y la verdad, no lo pensé dos veces porque desde hace un tiempo largo rondaba en mi cabeza ir, y por qué no, dejar algo de mí en la isla. Esta es, sin duda, una experiencia impresionante que debe ser vivida tanto por artistas, como por turistas”, le contó Viviana a Fucsia.
La experiencia de Viviana es amplia: tiene su propia marca, ha trabajado junto a reconocidas empresas y ha aportado al cambio social de nuestro país con su arte. Ha pintado ropa, carros, un avión y hasta un sofá para la cantante Karol G. Para Kaya Kaya el reto fue dejar su huella a través de un mural.
“Me inspiré en toda la multiculturalidad que existe en la isla porque allí te puedes encontrar a personas de diferentes partes del mundo, con diversas ascendencias. Son precisamente ellos los que hacen de Curaçao un lugar colorido e inclusivo. Ver tanta diversidad me impresionó y quise plasmarlo allí”, comentó.
Ubicado en la calle Frederikstraat, muy cerca al legendario Netto Bar, la obra de Viviana también deja al descubierto la biodiversidad de la isla, donde se puede disfrutar del mar, el sol, la montaña, el desierto, y una amplia flora y fauna.
“Quise mostrar mucha naturaleza; primero porque siempre ha hecho parte de mi trabajo; y segundo, porque en Curaçao abunda. En el mural también se encontrarán con un pajarito muy especial, el ladrón de azúcar (barrika gel en papiamento), quien se roba el show en la isla. Donde aparece, enamora”, dijo.
Otrobanda comienza su transformación varios días antes del festival. Las calles empiezan a llenarse de murales y fotos que muestran la vida en comunidad y quiénes hacen parte de ella, y las casas se convierten en galerías de arte donde los diferentes autores pueden exponer sus creaciones.
Viviana aterrizó en Curaçao en la semana del festival y a partir de ese momento inició la cuenta regresiva para dejar marca con sus pinceladas. Un trabajo arduo, con jornadas extenuantes, donde las altas temperaturas se convirtieron en el mayor desafío. Pero la colombiana no estuvo sola, contó con el apoyo y el cariño de varios locales, y hasta de compatriotas que pasaban para pedirle una foto y felicitarla por su obra.
“Yo siempre pinto casi todo sola, pero en esta ocasión elegí pinturas de agua para exteriores, lo que permitió que muchas manos pudieran darme su ayuda. Fue hermoso trabajar con personas de la comunidad, al mismo tiempo que cantábamos y bailábamos. Fue una experiencia bastante gratificante y lo volvería a hacer mil veces”, sumó.
En Kaya Kaya suceden varias actividades durante los días de su realización. Por ejemplo, para esta edición el festival incluyó Skol Urbano, un espacio dedicado a aquellos jóvenes que querían aprender sobre pintura, música, poesía, composición y baile, culminando en competencias que ponían a prueba las habilidades adquiridas.
A lo largo de la semana los visitantes pueden disfrutar de una amplia gama de artes visuales, murales, talleres y más. El plato fuerte llega el último día cuando el festival se convierte en una fiesta sin precedentes que va hasta las dos de la mañana. En esta jornada las personas se empapan de arte, pero también pueden conocer la gastronomía local y bailar sin parar gracias a las actuaciones de artistas locales e internacionales, todos resaltando el espíritu artístico de Otrobanda.
“Es impactante que cierren todo un barrio y lo conviertan en algo tan espectacular como es el Kaya Kaya Fest. Hay música, comida, arte. Encuentras de todo para divertirte, sin importar tu edad, personalidad o lugar de nacimiento”, agregó Viviana.
Y como en todo gran evento, allí también hay “desenguayabe”. “Una fiesta posterior en el vecindario que celebra la familia, la unidad y los recuerdos entrañables del pasado. Tiene como objetivo fortalecer nuestra comunidad, revivir tradiciones preciadas y promover la unión entre los residentes”, asegura el Kaya Kaya Festival.
El Kaya Kaya Festival no se detiene y desde ya comienza a planear lo que será su versión 2025. En cuanto a Viviana Grondona, regresó a Colombia con el deber cumplido y el corazón lleno de recuerdos curazoleños.