El sexo, cuando es ejecutado con ganas, termina siendo tan placentero como agotador; cada músculo del cuerpo está enfocado a realizar el ejercicio físico que sea necesario para alcanzar la cumbre del placer. Puedes aprovechar ese tiempo para ejercitarte al hacer uso consciente de tus piernas, brazos y abdomen en cada posición sexual.
Hay básicamente dos actitudes para asumir el sexo: activa o pasiva. En esta última la persona permite que su compañero dirija el curso del encuentro sexual y además deja que realice la mayor parte del trabajo (si es que así puede llamarse); podría pensarse que ésta es la mejor forma de proporcionar placer, dejando que el otro realice su voluntad, pero lo cierto es que en el sexo vale más un talante propositivo para excitar a cualquiera, ello se logra con una actitud activa y las ganas que se demuestren por estar con la otra persona en específico.
El ejercicio durante el sexo no genera esfuerzo
Lo bueno de ejercitarte cuando estás teniendo sexo es que no vas a notar el esfuerzo muscular, porque en ese momento se pierde por completo la noción del tiempo y del espacio, así como la sensación de dolor que pueden causar algunas posiciones y ritmos.
Esta reacción fisiológica se debe a la liberación de endorfinas que se liberan durante el ejercicio y el sexo. Las endorfinas son neurotransmisores producidos por la glándula pituitaria y el hipotálamo durante el ejercicio, la excitación, el orgasmo, el enamoramiento, el dolor, el consumo de alimentos picantes o de chocolate. El efecto que tienen las endorfinas en el cuerpo es analgésico y de sensación de bienestar.
Aunque la acción sexual propiamente dicha dura entre 12 y 20 minutos, en la mayoría de casos, es un tiempo en que se realiza una alta liberación de endorfinas que generan bienestar, en definitiva hay que sacar provecho de ello.
Ejercítate así
Con todos estos puntos a tu favor, a la hora de encender la pasión no escatimes en esfuerzos porque los resultados serán satisfactorios por punta y punta. Cuando eres tu quien realiza más movimientos repetitivos durante la relación sexual, comienzas a ejercitarte, a ganar resistencia en los músculos y a obtener elasticidad. Tanto más te exijas en cada postura, más provecho físico sacarás en términos de unas piernas torneadas y un abdomen plano. A continuación algunos ejemplos de lo que puedes empezar a realizar bajo las sabanas.
• Tú encima, en cuclillas sobre él: normalmente, esta posición se hace estando sentada encima de él con las rodillas sobre la cama, pero una variación para ejercitar tus muslos es hacerlo acurrucada sobre su cadera y haciendo el movimiento de arriba abajo usando la fuerza de tus piernas. Esta variación permite una penetración más profunda que a él le encantará y además te ayudará a tornear los muslos.
• Frente a frente, tú debajo: estando con las piernas estiradas, debes hacer los movimientos hacia arriba y abajo utilizando los músculos de tu abdomen. El movimiento tendrá que ser reforzado porque estarás soportando el peso de él, así que al finalizar habrás realizado un gran esfuerzo de los músculos abdominales sin darte cuenta.
• En cuatro, tú mandas la parada: a ellos les encanta esta posición porque tienen mayor control y la penetración es más profunda, pero si de vez en cuando te sorprendes moviéndote hacia adelante y hacia atrás con los brazos bien estirados y apoyados sobre la cama, estarás estirando tus músculos laterales, entre ellos los de la cintura.
• Él arrodillado, tú de frente a él apoyada en pies y manos: sosteniendo el peso de tu cuerpo sobre estos cuatro puntos, realizarás los movimientos circulares o adelante y atrás, requiriendo un esfuerzo extra en los brazos y el abdomen.
• Sentados, tú de espaldas a él: no estarás realmente sentada sino que mantendrás una posición de sentadilla continua para realizar movimientos circulares que a él le encantarán.
• Acostados, ambos boca abajo, tú debajo: de nuevo, soportarás el peso de él, así que tendrás que reforzar tus movimientos, te apoyarás en las rodillas y con ayuda de los músculos de la espalda levantarás la cola, procurando un movimiento serpentino. Esta pose, además de ejercitar toda la parte trasera de tu cuerpo, garantiza placer inmediato.