Tu vida laboral se traspasa al hogar. Ya sea que tengas tu propia empresa, un negocio en el garaje de tu conjunto residencial o seas free lance por cortos periodos de tiempo, la casa nunca debe dejar de ser casa o convertirse en una cárcel en la que solo trabajas y duermes.
La eficacia y rendimiento no solo dependen de nuestras capacidades, compromiso y ganas de hacer las cosas: el ambiente físico es de los factores más imprescindibles para que hagas las cosas bien y te rinda de manera considerable. Llevar o tener una rutina laboral desde el hogar puede convertirse en un arma de doble filo si no separas los espacios adecuadamente y no haces consciencia de que necesitas rendir y producir dinero.
El beneficio de este tipo de trabajo informal es la considerable reducción de gastos tan solo en transporte y alimentación, un saneamiento importante para tu bolsillo. Consejos sabios para que no enloquezcas y para que tus finanzas no se reduzcan.
• Cronograma diario: Planifica tus 24 horas desde el mismo instante en que te levantas y, a menos que se te presenten contratiempos o imprevistos como salidas, reuniones con clientes o algún inconveniente personal que atrase tu trabajo, dispón de una hora de “entrada” y “salida” de tu rutina laboral, así vayas del estudio a la sala. Ni un minuto más, ni un minuto menos. Te rinde más, trabajas cómodamente y no pierdes el tiempo ya que adquieres un horario mental que cumplir y tu cuerpo se va preparando para eso.
• Diseñadora en potencia: Personaliza el espacio, todo mundo lo hace con su oficina. Elige un lugar amplio, con mucha luz, de paredes con colores claros, plantas y buena ventilación. Un escritorio grande y un armario muy fácil de manejar y que tenga llave. Siempre debe ser un lugar privado, lejos del ruido del resto de la casa y de las distracciones.
• Toma aire: Si hay días en los que no hay que cumplir con citas laborales, date unos minutos para salir a refrescar la mente, estirar las piernas y relajarte, no importa si tienes mucho trabajo. Cuando permanecemos encerrados en un solo lugar por mucho tiempo, el trabajo se hace lento, pesado y en varias ocasiones, mal hecho: tu cabeza ya no está generando ideas sino que está agotada y se te pasarán varios errores. Solo toma cinco minutos para salir a beber agua, comprar algo que tenías pendiente, darte un breve baño de sol o caminar un rato. No te sientes a trabajar inmediatamente después del almuerzo: haz la digestión correctamente y si puedes, camina por un rato después de reposar 15 minutos.
• Ahora no, estoy trabajando: Cuando trabajas en casa, la gente tiende a pensar que estás en día de descanso y que tienes tiempo para todo. No te comprometas a hacerle favores a los demás o a realizar tus diligencias personales a menos que sepas con certeza que en verdad tienes ese tiempo libre.
• Fines de semana, intocables: La tentación de adelantar trabajo en tu tiempo libre, te corroerá y más aún cuando tu empresa va viento en popa. Error. El cansancio podrá hacer de las suyas si no te regalas dos días de descanso como cualquier persona que trabaja.
• Presupuesto hogareño: Aunque ahorrarás mucho evitando gastos de salidas diarias, debes emplear un presupuesto mínimo para tu trabajo en casa. Salidas esporádicas con clientes, papelería, llamadas telefónicas, Internet y elementos de trabajo mensuales deben entrar en la lista de presupuesto personal y empresarial.
• Viernes de cuentas: No hay mejor truco para seguir produciendo que hacer contabilidad constante, sacar presupuestos, medir ingresos y egresos y fijarse nuevas metas para cada inicio de semana. Cierra el cuaderno de cuentas cada viernes y verás tu línea de productividad y de progreso semanal. Ya sabrás con qué arrancar el lunes que viene.