Carolina Alonso, escritora y coach, habla de la pasión como medio de liberación personal. ¿Qué es morir de pasión?
Por: Carolina Alonso
Ahora está en Bogotá la exposición Van Gogh Alive, fui una mañana gris de domingo. Esperaba ver “algo bonito” por eso me sorprendió la conmoción, las inquietudes revividas no sólo por la intensidad de las imágenes y los colores, sino por las palabras citadas: blanco sobre negro junto explosiones de amarillo y azul.
La frase que me quedó resonando con más fuerza fue la que está al comienzo de este texto; resonaba como preguntas... Yo sé qué es “morir de aburrimiento”, he estado en ese lugar, he muerto de aburrimiento... ¿Qué sería para mí “morir de pasión”? ¿Cuándo, qué tan a menudo muero de pasión? ¿Cuándo aprendí que era “malo” morir de pasión, que debía tenerle miedo a mi pasión “desbocada”?
Morir es perder la identidad, lo que digo que soy. Morir de pasión sería “dejarme ir” en una experiencia intensa, de amor intenso a algo, a alguien. Entonces ya no le pongo límites a mis acciones, a mis emociones, desde lo que “soy”, porque ya no sé qué-quién soy. Muero de pasión cuando bailo y también cuando escribo, muero de pasión cuando me río con mi hijo, muero de pasión cuando converso con una amiga sobre algo que me encanta, cuando leo o voy a cine. Claro, no todas las veces. ¿Cuándo sí y cuándo no? Sí, cuando me doy permiso de morir.
Y me da miedo morirme de pasión. ¿por qué? ¿Por qué no me da miedo morir de aburrimiento? Me llegan voces distintas que me han dicho: “cálmate”, “no te rías tan duro”, “componte”, “contrólate”. Y también las historias de “la hija de fulanita que es una alocada”, “la prima que se dejó llevar”, “el muchacho que era lo más de juicioso y, de repente, le dio por ser artista”... y, sin hacerlo explícito, se asume que el desenlace de esas “muertes por pasión” fue lamentable.
Yo escuché esas voces. No soy la única. Creo que muchos de nosotros aprendimos que era mejor morir de aburrimiento, aprendimos a temerle a la pasión. Buscamos “experiencias extremas” que nos saquen del aburrimiento; pero no se trata de eso, porque no morimos, seguimos siendo quienes somos y hacemos cosas “divertidas”. Son distintas la diversión y la pasión.
Al escribir esto, siento un profundo anhelo, una mezcla de tristeza y alegría que danzan y me piden que me arriesgue a morir más veces de pasión que de aburrimiento. Entonces me encantaría terminar mis días con un inventario diario de mis muertes por pasión. A eso te invito.
Y creo también que vale la pena darle un buen uso a la “muerte por aburrimiento”; yo la voy a convertir en un indicador, ¿de qué? De mi necesidad urgente de pasión.
Ahora es tu turno, porque no hay aprendizaje sin acción. A esta práctica le voy a poner nombre: “Alive”.
Primero: pregúntate qué aprendiste sobre la pasión; qué es, quiénes la sienten, cuándo es “buena” o “mala”, qué hay que hacer con ella, cuándo la sientes y cuándo te gustaría sentirla. Y también, haz lo mismo con el aburrimiento.
Segundo: date permiso y crea las condiciones para experimentar una muerte por pasión al día. Registra la experiencia en tu bitácora personal (no la compartas en redes, es para ti).
Tercero: observa si cambia tu relación con la pasión, y propónte aumentar ese número en el inventario diario.
Cuarto: usa al aburrimiento como un indicador; se trata de tu alma pidiéndote que te conectes intensamente con algo o con alguien significativo para ti. Escucha el pedido de tu alma y arriésgate a morir de pasión.
Carolina Alonso C.
www.carolinaalonsoc.com
https://www.facebook.com/CarolinaAlonsoC/
https://twitter.com/carolinalonsoc
https://www.youtube.com/channel/UCaQCLtcMlrbYy3WrnjsWm3g