Lo que sale mal en los procedimientos estéticos tiene tantas aristas como responsables.
“Mi ombligo quedó casi rozándome el seno. Desde que me operé, mi vida no volvió a ser la misma y no de la forma que esperaba”. Paula Rozo, de 48 años, se realizó hace unos meses una abdominoplastia. Este procedimiento consiste en que se elimina cualquier exceso de piel y, en especial, de grasa en toda la región abdominal.
El procedimiento parece ser sencillo. Si la cantidad de grasa es apremiante, la abdominoplastia se acompaña de una liposucción. Luego de esto, en general, lo que se hace es tensar la piel y los músculos para darle una forma deseada al estómago o a la cintura.
Paula, cuyo nombre fue cambiado, ya que hace parte de un proceso legal por su procedimiento, es una persona más dentro de los millones que se realizan una cirugía estética en el mundo. Más de 25 millones de estas intervenciones se realizaron en el 2019, según la Encuesta Internacional Anual sobre Procedimientos Estéticos y Cosméticos, siendo Estados Unidos quien encabeza la lista, seguido de Brasil.
Con seguridad, has escuchado de por lo menos un caso de alguna persona que tuvo una cirugía plástica desastrosa. Y, con razón, se culpa a la persona en cuyas manos se puso el cuerpo.
Sin embargo, aquí hay más por analizar. El reconocido cirujano plástico Rafael Gómez aseguró para Fucsia que hay que hacer diferencias: “Cuando hablamos de los procedimientos realizados por una persona que no es médica, no podemos hablar de un error, sino de una agresión producto de una estafa, de un engaño, otra cosa son las complicaciones”.
“Si me preguntas si he tenido complicaciones, claro que las he tenido y las he tenido todas. Quien hace platos, quiebra platos. Pero la diferencia está en el rango de seguridad. Un profesional sabe cómo atender o reparar los percances que puedan salir en el camino”, asegura el experto.
En el mundo de las cirugías y de su experticia, Gómez comenta que los procedimientos más solicitados en su consultorio son las liposucciones (con o sin transferencia de grasa); el aumento, reducción y levantamiento de senos; los glúteos; la rinoplastia y la bichectomía. En este panorama, también asegura que las edades más frecuentes están entre los 18 y los 30 años para dichas cirugías. Desde los 40, se pide rejuvenecimiento, en general.
En este sentido, el doctor, que habla de complicaciones más allá de errores, establece que las situaciones que más se pueden presentar (lo cual no quiere decir que son normales, sino que son inherentes al procedimiento) son la acumulación de líquido en la zona, hematomas e infecciones (rara vez ocurre). Pero la más grave es la embolia pulmonar grasa, la cual ocurre cuando se está inyectando grasa en algún lugar del cuerpo y esta se va al pulmón. Casi siempre es fatal.
Paula asegura que a pesar de su trágico evento y de que este hace parte de las complicaciones inherentes al procedimiento, su médico no es médico. Contra él inició un proceso legal explicando que tiene las pruebas necesarias para demostrarlo.
Uno de los casos más sonados de mala praxis en las cirugías estéticas del país es el de Lorena Beltrán. A esta periodista le destrozó los senos alguien que aparentemente no tiene las capacidades para hacerlo.
En este punto, Beltrán enfatizó para Fucsia que uno de los meollos del asunto no es que no sea médico, muchos los son, pero no cuentan con la especialización correspondiente: “Si eres un médico general y le pones anestesia a un paciente, te sancionan. Pero si un médico general le da por operar tetas, no pasa nada”.
Es por esto que ella destaca tres razones (o responsables) por las que los ‘errores’ en las cirugías siguen pasando con algidez en el país:
El doctor Gómez enfatiza en que “en manos de un profesional, el riesgo está en menos de un 1 % porque son programadas, en áreas especiales donde no hay otro tipo de cirugías que incentiven infecciones”.
Sin embargo, Lorena apunta también que: “Los médicos pueden decir que son complicaciones, pero sin importar si es un médico de garaje o el más especializado del mundo, hay una responsabilidad sobre el paciente, su vida, y hacerle un seguimiento debido frente a cualquier anomalía”.
Aquí hay que resaltar que lo importante no es el motivo, no es por qué se intervino su cuerpo. Lorena Beltrán asegura que “la sociedad juzga a la mujer más que al hombre por operarse, pero no al que la operó mal”.
Lastimosamente, la falta de control y de reglamentación para verificar quiénes son los que ponen las manos sobre nuestros cuerpos hace que disminuir estos casos en su totalidad sea prácticamente imposible. Sin embargo, esto no quiere decir que no haya mecanismos para intentar evitarlo. Esto tampoco significa que debas cerrarle la puerta a las cirugías, solo que debes estar segura con quien lo haces.
Sí o sí, la investigación del personal que te va a atender es primordial, no es suficiente la cantidad de seguidores en redes sociales. El doctor Gómez asegura que una especialización para este tipo de cirugías es de mínimo cuatro años. A su vez, debe preguntarte por enfermedades de base como la hipertensión y en el caso de una liposucción, un profesional no retira una cantidad de grasa mayor del 10 % del peso del paciente.
También hay que investigar cuántos procedimientos realiza la persona en cuestión al día. Una liposucción, una mamoplastia, una intervención a los glúteos y demás, son cirugías que merecen mucha atención. El experto consultado, por ejemplo, realiza entre 2 y 4 en un día.
Aunque el costo es muy subjetivo, hay cifras que deben prender alerta. El doctor Rafael asegura que no es una camisa de fuerza para darle escrutinio a otros profesionales, pero los procedimientos ya mencionados tienen un valor entre los 8 y los 15 millones de pesos. En este sentido, de manera adyacente, podemos hablar de los biopolímeros.
Cuando se quiere hacer algún relleno, lo que prometen es inyectar ácido hialurónico. Pero una ampolleta cuesta alrededor de los 300 mil pesos y la cápsula contiene uno o dos centímetros. Para inyectar, por ejemplo, las nalgas se necesitarían de 200 a 300 ampollas. Entonces, calcula cuánto es el costo real de la aplicación de un buen producto.
Uno de los puntos más graves es que gracias al caso de Lorena, 42 médicos están en revisión por aparente falsificación de especializaciones y, mientras se decide si esto es verdad o no, no pueden ejercer. Sin embargo, parece que con cambio de nombres y de clínicas, aún están en la calle al acecho.