La historia de una mujer camaleónica, auténtica y con el corazón cien por ciento colombiano triunfando en una industria dominada por los hombres.
Stephanie Jordan nació en Londres, su padre es colombiano y su madre británica, ambos trabajaron en la industria de vinos y spirits lo cual influyo en el interés y pasión que desarrollaría más adelante ella por esta industria, donde ha logrado triunfar en una profesión tradicionalmente dominada por hombres. De ser ella misma un cóctel, tendría la mezcla perfecta entre ingredientes ingleses, franceses y colombianos y aunque la industria no es fácil -mucho menos con una mujer latina-, ella es camaleónica, auténtica y con el corazón cien por ciento colombiano.
De pequeña "cosechaba uvas para ganarse una platica, con eso nació un amor propio más que todo por el tema de vinos. Termine yendo a una escuela de negocios en Lyon, capital gastronómica europea, un sitio donde verdaderamente comes y bebes muy bien”, palabra de Stephanie, pues hace parte de la cultura diaria.
Se formó en el Wine & Spirit Education Trust (WSET) en Londres y fue ahí donde supo que esa era su industria. Entre dedicarse al área de producción, comercial, import/export, ella acabó en la escuela de negocios enfocada en marketing. De ahí viajó a la India en búsqueda de importar el vino francés, que desde siempre buscó defender y posicionar. Finalmente entró a DIAGEO una de las empresas más prestigiosas en el segmento de bebidas alcohólicas premium y tras un paso por una de las marcas más reconocidas de la multinacional, al final Stephanie se decantó por el mercado premium del ron con una marca que la envolvió por completo pues al igual que ella, proviene de la “tierra querida” -como suele llamar a su país de origen-, Colombia.
Ahora es la embajadora a nivel mundial de La Hechicera, un ron que nace en las entrañas del Caribe colombiano elaborado en barricas de roble especialmente curadas para lograr la calidad con que esta bebida espirituosa se ha ganado innumerables premios a nivel internacional. No se ha convertido solamente en una embajadora de la marca, sino también del país al que quiere posicionar con todo y su realismo mágico a través de de un producto premium con el que proximamente no duden que nos asociarán además del café y nuestras frutas exoticas de exportación.
Para esta labor, Stephanie ha tenido que aprender acerca de la producción, de la materia prima, de los procesos, educando así al consumidor y a los bartenders, “los verdaderos prescriptores” viajando por todas las destilerías en Guatemala, México, Holanda y Francia, aprendiendo cada vez más del storytelling de la marca. Todo parte de un proceso que ella considera necesario para vender un licor premium, pues “¿cómo contar una historia si tu no lo has vivido?”.
En su recorrido profesional, Stephanie irrumpe en lo que es conocido como un mundo de hombres, una industria predominada por el género masculino. Su jornada laboral transcurre dentro de bares y restaurantes en horarios nocturnos, y aunque para muchos podría considerarse como el mejor trabajo del mundo, también conlleva dificultades. Indiferentemente de ser hombre o mujer, Stephanie nos cuenta que el balance es necesario, pues al fin y al cabo es una industria donde se consume alcohol. Así que ella debe asegurarse de mantener el equilibrio entre su trabajo y su salud, procurando que la noche no se apodere de sus días.
Siendo mujer ha tenido que luchar contra estereotipos. ¿Su arma contra ellos? Una sonrisa radiante, utilizando los mismos estereotipos contra los estereotipos, y ser consciente que “la sencilla verdad es que uno no se puede comportar igual que los chicos: no te puedes tomar todos los tragos que se toman, no puedes ser la última en las fiestas, ni puedes ponerte en situaciones de peligro. Estás viajando por el mundo y sola, hay que tener mucho cuidado de con quién estás, son cosas que usualmente un hombre no tiene que hacer. Y eso ha sido lo más difícil”.
Su consejo para todas las mujeres, tanto las que trabajan en industrias dominadas por hombres como las que no, “mi mamá me dijo una vez, ‘Steph, hay un lugar muy especial en el infierno para las mujeres que no ayudan a las otras mujeres’. Entonces de una forma muy proactiva, entre las pocas Global Brand Ambassadors como ella del gremio, que son solo unas cinco o diez -cuando pueden haber unas trescientas personas que tienen este cargo alrededor del mundo-, me conecté con todas en el Día Internacional de las Mujeres, y les regalé un collar con una piña (el símbolo internacional de la hospitalidad) junto con una cartica diciendo ‘Mucha dura, eres una berraca, me encanta lo que estás haciendo, #TheFutureIsFemale, #MujeresDeLaInsutriaLicorera’. Y aunque realmente ellas trabajan para las marcas que son mi competencia, es esa actitud de hacerles fuerza y barra lo que me pareció clave, porque finalmente todo lo que uno vive ellas también lo viven, y lo mejor de esto es hacer una comunidad”, termina por contarnos Stephanie.
Siente que La Hechicera es una metáfora para Colombia, celebrando su biodiversidad y la energía femenina del país. El sello azul caribeño es una mantis religiosa que representa a la mujer latina, hermosa pero ligeramente peligrosa. Una propuesta de Colombia para el mundo, que tal y como ella, da a conocer las riquezas de nuestro país por los motivos que son, “que el riesgo es que te quieras quedar”.
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