Juan Daniel Oviedo contó la verdad detrás de la manera en la que habla.
La maoyria de personas creen que Juan Daniel Oviedo, el director del DANE, es gomelo por cómo habla. Desde que está en el ojo publico y hace intervenciones en los medios, las personas no dudan en reaccionar, criticar y hacer comentarios al respecto. Sin embargo, su profesionalismo lo llevó a asumir este importante cargo durante el gobierno Duque.
Ahora, tras el resultado de las elecciones el pasado 19 de junio, el economista decidió dar un paso al costado y dejar el Departamento de estadísticas del país y buscar nuevas oportunidades. En revista Semana afirmó que daba un paso al costado por las siguientes razones: la transformación institucional, por cambios en el Senado y las modificaciones que haría el próximo Ejecutivo en la política pública del Catastro Multipropósito; con esto último, él mismo afirma que es necesario cambiar de director en dicha institución.
En una entrevista con la revista Bocas, Oviedo habló de aspectos que han marcado su vida como por ejemplo el accidente que sufrió de niño y le cambió su tono de voz. Este suceso fue el causante de que sufriera de manoteo en el colegio, ya que debido a este, le quedó una cicatriz en su rostro.
“Me quedó como una zeta. Por eso tengo la boca un poco torcida. Los médicos tuvieron que jalar el músculo. Yo era muy pequeño. En los momentos de opulencia, a mí solo me daban leche de polvo holandesa. Eran unos tarros gigantes, azules, lindos, que mi papá traía de no sé dónde. Un día, a la persona que ayudaba en la casa se le ocurrió que esos tarros podían ser cestos de basura y puso uno en el cuarto de juegos. Me caí encima. Se me abrió completamente la cara con la lata”, relató.
Tal fue la gravedad de la cortada que tuvieron que cogerle 72 puntos internos y externos. “Fue muy duro, porque además tuve que pasar una temporada con los brazos separados, de frente, para que no pudiera tocarme y dañar la cicatriz. Imaginarás ir al colegio con semejante chamba. Me ponían apodos espantosos como ‘Monster’, ‘Rataniel’. Esa cicatriz generó una montadera tenaz. Fue un factor de rechazo constante”, expresó.
Debido al accidente y algunos problema de salud, su forma de hablar cambió. “Yo sufrí unas afecciones respiratorias de adenoides que me dificultaban la respiración por la nariz. Siempre respiré por la boca. Y como por la boca el aire entra frío (la nariz lo calienta), eso puso las cuerdas vocales más agudas. Por eso he tenido lo que la gente llama “voz de niña”. De chiquito contestaba el teléfono y pensaban que era una niña”, agregó en dicha entrevista.
Con respecto a las críticas que recibe por su manera de hablar dijo que “los que dijeron ‘este gomelo pendejo’ deben estar arrepentidos. El buen gusto está. Y mi círculo de amigos siempre era el de los gomelos. De pronto de ahí viene el acento que dicen que tengo. Pero la gente cree que eso implica ser hijo de papi y mami”.