En los últimos años, nuestro país ha pasado de albergar a menos de 100 mil ciudadanos venezolanos a más de 1.8 millones, quienes buscan una protección internacional ya sea por su condición económica o por su diversidad de género
Colombia se ha caracterizado a lo largo de la historia por ser un país de migrantes y por su amplia hospitalidad frente al extranjero. Sin embargo, la oleada de personas procedentes del hermano país ha generado situaciones de vulnerabilidad en grupos específicos como lo son las comunidades LGBTIQ+ venezolanas, quienes ven en Colombia un mejor sitio para vivir, debido a que las políticas con enfoque de género están mucho más reguladas.
Sin embargo, tomar la decisión de dejarlo todo (familia, amigos y muchas veces profesiones) no ha sido fácil, pues si bien es cierto que existen mejores condiciones a nivel de regulación, aún hace falta mucho por trabajar para dar respuestas integrales a los actos discriminatorios y de violencia contra los migrantes y las personas LGBTIQ+, teniendo en cuenta, además, que en su mayoría llegaron al país en condiciones de necesidad, huyendo de una situación de crisis extrema.
De acuerdo con las investigaciones de organizaciones como Caribe Afirmativo, en Colombia la segregación que viven estas personas es el resultado del cruce entre su condición de refugiados y su orientación sexual, identidad y/o expresión de género o características sexuales diversas.
El reporte de Derechos Humanos Colombia del 2021 evidencia que las acciones para mitigar los impactos negativos de los flujos migratorios mixtos de estas personas hacia Colombia no son suficientes para desarrollar una política migratoria integral (PIM) que prevenga la xenofobia y promueva la integración social entre personas venezolanas LGBTIQ+ y las comunidades de acogida.
Otro agravante es el hecho de no contar con cifras concretas sobre la población migrante diversa, lo cual ha dificultado su registro en muchas acciones para la mejora de la calidad de vida a nivel de salud, vivienda, educación etc. Juan Navarrete, representante en Colombia del Instituto Interamericano de Derechos Humanos IIDH explica la situación ”cuando la persona es migrante ya tiene muchas condiciones de vulnerabilidad y el identificarse o reconocerse como LGBTIQ+ no es sencillo y no lo hacen. Por lo tanto para las organizaciones humanitarias como para las asociaciones de refugiados lo que se hace es llevar los registros como hombre y mujer”.
Las vidas de personas con orientación sexual e identidad de género diversas (OSIGD) siguen expuestas a múltiples formas de violencia por prejuicio en Colombia e Infortunadamente dentro de estas cifras se incluyen muchos migrantes venezolanos LGBTIQ+.
Según registro de la Defensoría del Pueblo, en el 2020 fueron 77 los homicidios y feminicidios registrados en esta población y quienes sufrieron con mayor rigor la violencia por prejuicios fueron mujeres transgénero (27 casos); hombres gays (14); mujeres lesbianas (8), un hombre transgénero y en 27 casos no se identifica la orientación sexual e identidad de género.
Muchos otros se ven en la obligación de ejercer la prostitución para poder subsistir debido a la falta de oportunidades laborales y a la la ausencia de un enfoque de género en los permisos especiales.
Fucsia entrevistó a dos migrantes venezolanos de la comunidad LGBTIQ+, quienes nos hablaron acerca de su experiencia al llegar a Colombia.
Revista Fucsia: ¿Qué tan difícil fue migrar a Colombia?
Ruddy Isabel Escalona: es triste y doloroso tener que salir por fuerza, es diferente que tu digas que quieres salir de tu país porque aquí estoy bien, pero quiero estar mucho mejor .
Yo en Venezuela trabajaba como maquilladora y estilista y tenía una fundación que se llama Fundación Arcoiris Ruddy Isabel Escalona, trabajaba con niños y niñas adolescentes y dejar de la noche a la mañana mis niños y el modo de vida que tenía allá y venirme a Colombia, pasar las fronteras empezar de cero y llegar a buscar trabajo que no conseguí inmediatamente fue muy duro. Acá eres nuevo, eres una persona trans, eres inmigrante, no tienes un documento y llegas y te comienzan a ver raro, puedes ser muy bueno te contratan como una prueba y nada más.
Mientras conseguía trabajo yo vendía tintos, alquilaba minutos, vendía cigarrillos... muy fuerte, porque me costó mucho trabajo. Gracias a un amigo que me recomendó pude conseguir un trabajo de peluquería y siendo profesional comencé a lavar cabello de auxiliar, hasta que me dieron la oportunidad de ser estilista, pero no era fácil porque había mucha desconfianza.
6 meses después me dediqué a ser modelo web y a producir contenido para series en YouTube no solo para adultos, sino para enaltecer la cultura LGBTIQ+.
R. F.:¿Cuáles son los principales, problemas o riesgos a los que te has tenido que enfrentar desde tu expresión de género aquí en Colombia?
R. I. E.: el miedo a lo desconocido, llegar a un país con costumbres diferentes, acostumbrarse a salir de la zona de confort que tenía en mi país y llegar a trabajar en lo que tú no haces. Al ser transgénero es más difícil encajar en la sociedad y encontrar un trabajo digno.
R. F.:¿Consideras que Colombia es un país homofóbico?
R. I. E.: creo que no es homofóbico a pesar de ser tan católico. Aquí es más fácil para las personas de la comunidad relacionarse porque son más tolerantes que en Venezuela. Muchas veces el mismo inmigrante es el peor enemigo, porque hay muchos venezolanos que son rencorosos y entre nosotros mismos nos cerramos las puertas.
Influye mucho de manera negativa el grupo de personas que han venido a robar, porque los que venimos a trabajar somos señalados y juzgados psicológicamente y verbalmente. Además, si eres trans te miran como un bicho raro.
Revista Fucsia: ¿Qué tan difícil fue migrar a Colombia?
Hendriel Briceño: fue muy duro porque me tocó cambiar mi personalidad, me tuve que cortar el cabello, cambiar mucho mi apariencia porque yo era un poco más afeminado, que es la parte queer como tal, para poder acceder a un trabajo.
Tenía que, por ser migrante, ya era un tema fuerte por ser poblacion ya era fuerte entonces yo decía ¿qué hago? ¿Cómo iba a ser una barrera lo que a uno le gusta cuando lo importante es el capital de trabajo, tu talento? En Venezuela sabía como relacionarme y qué hacer, en cambio aquí empezar de cero era muy brusco.
La sociedad muchas veces no entiende los choques emocionales más allá de que estés solo. Parte de lo que me ayudó fue apoyarme en las personas que conocía y seguir adelante en los tiempos de crisis.
R. F.:¿Cuáles son los principales problemas o riesgos a los que te has tenido que enfrentar desde tu expresión de género aquí en Colombia?
H. B.: el rechazo sí lo he sentido, recibir un insulto directamente no, pero uno ya siente cuando las personas hablan de ti, de las miradas, entonces siempre yo sentía eso. Hice un curso en Compensar en donde había de todo, población colombiana y población venezolana y ahí la profesora hizo una integración muy buena que me permitió romper con ese tabú e ir más con mi personalidad, abrirme más a la sociedad.
Todavía hay espacios en los que las personas deben aprender a respetar porque todos somos iguales.
No es fácil dejar todo, la familia y que aquí no te den empleo o que personas oportunistas te paguen menos por ser de la comunidad LGBTIQ+y te exijan más.
R. F.:¿Consideras que Colombia es un país homofóbico?
H. B.: En todo el territorio colombiano hay un índice de más respeto, que las personas sean más conscientes, que respeten el criterio y sea respetada la preferencia sexual, sin embargo, todavía hay unos espacios en donde no hay respeto por la comunidad LGBTIQ+.
Hay políticas de avance dentro de la sociedad, aunque falta más apoyo por parte de las autoridades para que haya un programa nacional que cobije a la comunidad LGBTIQ+.