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Miley Cyrus, ¿rebelde con causa?

Revista FUCSIA, 30/10/2013

Miley Cyrus pasó de ser una princesa de Disney a una desinhibida 'femme fatale'. ¿Es esta una apuesta para reinventarse como artista adulta? ¿O será más bien que ha perdido el control? 

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La predicción se cumplió. En plena cúspide de su fama como ídolo adolescente, era apenas lógico que Miley Cyrus apareciera en la lista de las cien figuras más influyentes del año 2008 de la revista Time.

Lo sorprendente es que ese espacio destinado a halagar a las celebridades fue utilizado por Donny Osmond, exestrella juvenil, para hacerle una advertencia a la protagonista quinceañera de Hannah Montana: “en el mundo del espectáculo todo tiene que ver con ser idolatrado. Espero que ella lo disfrute. Puedo garantizarle que habrá muchos tropiezos en el camino. Uno de ellos, especialmente para alguien que actúa y canta en su propio show de televisión, es que su imagen quedará congelada en un estereotipo específico. En tres o cinco años, Miley enfrentará la adultez. Los fanáticos crecen y sus intereses infantiles desaparecen. Su reto será superar el personaje. Querrá cambiar su imagen y se encontrará con la adversidad”.

 La reciente avalancha de críticas motivada por su presentación en los Premios MTV prueba que Osmond estaba en lo cierto. Los movimientos sexualmente explícitos de Cyrus, que incluyeron restregar su trasero contra su compañero de escenario, el cantante Robin Thicke, la convirtieron en la persona más vilipendiada de las redes sociales: “¿cómo puede esta escena de una antigua personalidad infantil realizando el ‘perreo’ en un bikini color piel ser apropiada para audiencias de 14 años?”, expresó el Consejo Televisivo de Padres, del que paradójicamente haría parte Billy Ray Cyrus, papá de la joven.

Esta fue la andanada de más bajo calibre. Hasta el creador del famoso dedo de espuma, objeto que la artista usó para simular que se masturbaba, salió a decir que ella había degradado un símbolo. En medio de los innumerables mensajes que la tildan de “vulgar”, destaca uno que otro comentario en su defensa: “que ella está desesperada, triste y fuera de control es realmente una reacción neopuritana. Es simplemente una mujer de 20 años divirtiéndose, que piensa que hay que disfrutar del sexo, mientras todos hablan del fin de la civilización como la conocemos y de la pornificación de un programa familiar”, comentó la columnista Katy Brand al diario The Telegraph.

 Y como reza el dicho, “que hablen bien o mal pero que hablen”, Cyrus habría cumplido su cometido: el performance pasará a los anales de la historia no solo por atrevido sino por haber generado más de 300.000 mensajes en Twitter por minuto, una cifra muy cercana a la del año pasado durante las elecciones presidenciales de EE.UU. En Google las búsquedas relacionadas con el episodio superaron los diez millones frente a solo 100.000 sobre una posible intervención militar en Siria, el tema candente del momento.





Para Ellis Cashmore, autor del libro Celebrity Culture, su comportamiento desenfrenado obedece a una especie de terapia de choque para reconstruir ante el público su imagen en esta nueva etapa: “es una estrategia de gana-gana. No ha dejado de estar en las noticias desde entonces. Basta mirar el crecimiento en las ventas de sus discos, que evidencian su éxito comercial. Quizá siguió el ejemplo de Madonna en los ochenta, usando el escándalo como vía para captar la atención”.

 Según él, no es casualidad que haya estrenado un sencillo, “Wrecking Ball”, el mismo día del evento, porque en el frenesí mediático obtuvo la segunda posición en iTunes. Y así como el video de su anterior canción “We Can’t Stop” rompió el récord de ser el más rápido en alcanzar los cien millones de visitas en el canal Vevo, lo que logró en 37 días, el de su nuevo lanzamiento lo superó al conseguir ese mismo número en menos de una semana. Nada parece detenerla. “Así como el 2012 fue de Lady Gaga, pensaba que 2013 sería de Rihanna. Sin embargo, Miley está haciendo méritos para ser la artista femenina del año”, explicó a FUCSIA el experto.

 Su mánager, Larry Rudolph, quiere hacer creer que no se trata de un plan fríamente calculado: “Miley lo hace orgánicamente, lo que se ve es lo que es ella”. Curiosamente, hace más de una década fue la figura detrás de la “sexualización” de Britney Spears, otra princesa de Disney, cuando en la misma plataforma de los MTV, y también a los 20 años, apareció ligera de ropa y con una serpiente rodeando su cuello mientras gemía “I’m a slave”.

En esa movida también participó el músico Pharrell Williams, quien ahora le habría dado a su nueva protegida una sola recomendación: “liberarse, escapar de la jaula”, al momento de grabar su álbum Bangerz (fiesta y sexo sin control, según Urban Dictionary), que se lanza este mes. Por eso, así como caracterizando a Hannah Montana forjó un imperio de mil millones de dólares, sigue siendo una marca que debe vender y es su turno para salir casi desnuda, fumando o haciendo cualquier pose provocativa en sus producciones. “Los niños de hoy saben de todo. Si tienen un iPhone, tienen acceso al porno. Verme meneándome en leggings no es nada comparado con lo que seguro mira tu hijo de 12 años escondido bajo sus sábanas”, se escudó la cantante. Pero quienes recuerdan a Britney rapándose la cabeza y entrando en rehabilitación piensan que la carrera de Cyrus está siguiendo el mismo rumbo desenfrenado. Incluso, ella ha llamado a su “antecesora” su “ídolo y mentora”.

 “Las estrellas infantiles pasan por momentos difíciles en esa transición cuando quieren ser tomadas en serio ya de adultas. Drew Barrymore y Lindsay Lohan son solo dos ejemplos”, opina Cashmore. Después de todo, ¿quién no quisiera que Macaulay Culkin siguiera siendo ‘Mi pobre angelito’?
 Miley Cyrus ha querido quitarse el lastre de niña buena tatuándose en varias partes del cuerpo y hasta cortándose el pelo que la acompañó en el mágico mundo de Disney. “Nunca me sentí más ‘yo’ en mi vida... Obviamente resulté lesbiana. No es que me moleste que me llamen así, es de las mejores cosas que me dicen”, afirmó.

Celebró el cumpleaños de su novio, Liam Hemsworth, con quien protagonizó la película The Last Song, con un pastel en forma de pene y se le ocurrió decir que la marihuana le sentaba mejor que el alcohol: “esa es la razón de que Bob Marley fuera una especie de madre Teresa con rastas”. Por si fuera poco, empezó a vivir bajo el mismo techo con el actor australiano, pese a que solía llevar un anillo de castidad haciendo alarde de su formación cristiana. Lo habría cambiado por uno de compromiso, aunque la relación ha sido intermitente y en septiembre se habló de su final.

Este año, además, posó desnuda para una campaña de Marc Jacobs contra el cáncer de piel y fue la portada de la revista Maxim como la mujer más sexy del momento. Dice que lleva su talante feminista y demócrata en las venas gracias a su abuelo Ron Cyrus, quien fue congresista y le enseñó que ella podía ser lo que quisiera.

 Así ha sido siempre. Nació llamándose Destiny Hope, y “Miley” fue inicialmente un apodo derivado de la expresión “smiley” (sonriente) que ella convertiría en su nombre. De niña soñaba con la fama porque creció en los escenarios teniendo por papá a una reconocida estrella de música country y de madrina a la cantante Dolly Parton. En su infancia tuvo papeles breves, uno de ellos en la cinta Big Fish, y pese a que inicialmente la rechazaron en la audición para participar en Hannah Montana por ser muy pequeña, les demostró luego a los productores que era la mejor opción inundándolos con videos suyos: además de cantar y actuar, tenía un estilo gracioso que conectaba con el público infantil.

Entre tanto, para los adultos resultaba una garantía el hecho de que el papá de la
protagonista hiciera el mismo papel en la ficción. Que la serie hubiera tenido en 2006 el estreno más visto del canal en su historia fue la antesala del furor que estaba por venir: Miley creó una línea de ropa, escribió una autobiografía que se convirtió en best seller del The New York Times y hubo muñecas a su imagen y semejanza. Las boletas de sus shows alcanzaron en reventa cifras astronómicas de 3.000 dólares que algunas mamás estuvieron dispuestas a pagar con tal de que sus hijas no se quedaran sin verla. El filme del concierto obtuvo 70 millones en taquilla, la mayor cifra en su momento para una producción de este tipo.

 Pese al celo con el que envuelve a sus celebridades, Disney no pudo evitar algunos escándalos: a los 15 años, la actriz posó para Vanity Fair solo cubierta con una sábana. Entonces se disculpó con sus fans por lo inapropiado del material. Después se mostró arrepentida cuando aparecieron unas imágenes suyas fumando una pipa supuestamente llena de salvia, una hierba que se vende legalmente en algunas droguerías. Pero de un tiempo para acá la joven dejó de pedir perdón. Sin tapujos confesó lo feliz que estaba con la llegada de la última temporada del programa: “finalmente no tengo que ser..., alguien que no soy”.  En 2011 le dijo adiós a Hannah siendo una adolescente de 18 años que ganaba 48 millones al año, y desde ese momento varias encuestas la han posicionado como el peor modelo para los adolescentes.

 “Me alegra que a los 11 años me hayan metido la cabeza en un inodoro”, reveló a la revista Elle, refiriéndose a cómo la molestaban en el colegio. “Por eso ya no lloro cuando soy víctima del bullying”. Aun así advierte que por un periodo canceló su cuenta de Twitter, cansada de las ofensas. Porque según ella ni los medios ni los paparazzi suelen mostrar su faceta de mujer hogareña, que vive con cuatro perros adoptados y cuya familia es unida pese a que sus padres han anunciado un inminente divorcio en varias oportunidades. “Los jóvenes tienen que salir, embarrarla, vivir sus vidas –asegura Miley–. A la gente se le olvida lo que es crecer. A los 20 años puedes hacer locuras porque estás descubriendo quién eres”.