El amor en los tiempos de Tinder
Revista FUCSIA, 20/7/2014
¿Para tener sexo casual o encontrar al alma gemela? Mientras que las aplicaciones de citas en los smartphones revolucionan la escena sentimental, sus detractores anticipan el final del romanticismo.
Al doloroso síndrome del túnel carpiano, que muchos adjudican al uso excesivo del computador, se suma una nueva condición: la tinderitis. Dícese del entumecimiento del pulgar causada por deslizar repetidamente fotos de cientos de personas en la tarea de aceptarlas o rechazarlas en un iPhone, a través de Tinder. Pese a la supuesta dolencia que trae consigo, la popularidad mundial de esta aplicación de citas es innegable, pues se ha convertido en la que presenta el crecimiento más exorbitante en Estados Unidos, gracias a la sencillez con la que opera.
Paso 1. El aspirante baja el servicio que lo conecta desde su perfil de Facebook. Paso 2. Selecciona 6 fotos que ya tenga en la red social. Paso 3. Escoge el género de su interés, así como un rango de edad y de distancia entre los 2 y los 160 kilómetros, para encontrar a quienes estén relativamente cerca. Paso 4. cuando aparece el catálogo de candidatos basta con desplazar a la izquierda a los no deseados, que nunca más regresarán, o hacia la derecha a los favoritos. Se puede hacer lo mismo presionando una X o un corazón. Paso 5, se armará una “pareja” cuando uno de los elegidos también ubique a una persona a su diestra, es decir, cuando haya un gusto mutuo. Solo entonces se activará un chat entre ellos. Lo que pase después es cosa de ambos.
Sus creadores, Sean Rad y Justin Mateen, de 27 años, amigos de toda la vida y gomosos de las nuevas tecnologías, operan bajo una premisa simple: “Todo el mundo tiene la necesidad de conocer gente, lo que en el pasado significaba hacerlo físicamente. Hemos vuelto ese proceso más eficiente. Cuántas oportunidades no se perdían como cuando uno veía a una desconocida llamativa cruzar la calle”. Con el fin de reclutar adeptos, lanzaron su invento a mediados de 2012 en una fiesta universitaria en Los Ángeles, para contar en sus filas con “las chicas más bonitas”, sin duda un buen anzuelo.
De esta manera Tinder se suma a una serie de exitosas apps y sitios on-line, como Skout y Match.com, y a otros tantos limitados a públicos y gustos específicos. Es el caso de VeggieDate, dirigido a los amantes vegetarianos; Grindr, para los gais, bisexuales y curiosos; JDate, que une a los judíos, y 3nder, si lo que se busca es hacer un buen trío. Hoy suena increíble que en 1727 el alcalde de Manchester asilara en un manicomio a una mujer que se atrevió a publicar un clasificado en un periódico en búsqueda de posibles esposos.
Se trata de una evolución lógica de las emociones humanas, si se tiene en cuenta que la mayoría de las personas invierte gran cantidad de su tiempo en smartphones y desarrolla desde ellos su vida social. Ahora los abuelos contarán a sus asombrados nietos historias de cómo se conocieron en un bar, en el barrio o en el trabajo. “Cada vez son más los interesados en buscar relaciones electrónicamente en lugar de cara a cara, pues encajan más con su estilo de vida actual”, explicó a FUCSIA Larry Rosen, profesor de la California State University y autor del libro iDisorder. “Le he preguntado a mi hija acerca de este cambio y simplemente me dice que es la manera como funciona el mundo hoy. Lo virtual es la realidad de las nuevas generaciones”. Un estudio realizado por sociólogos de la Stanford University determinó en 2011 que de 926 parejas, las que se conocieron on-line eran dos veces más dadas al matrimonio. Además, uno de cada cinco vínculos comienza en la red. La web eHarmony, por ejemplo, se jacta de casar a 542 norteamericanos cada día.
Los detractores de Tinder no consideran que sus aspiraciones sean tan sagradas, y lo acusan de ser una herramienta para quienes solo andan en busca de sexo casual sin compromiso. Sus fundadores afirman que su única promesa es presentarles a los usuarios sus “vecinos” más amigables. Y no le temen al calificativo de superficiales. Apelan a que hacer a alguien a un lado porque su apariencia no resulta atractiva no es distinto de lo que sucede en la realidad: el gusto inicial entra por los ojos, la personalidad y la compatibilidad vienen después. Aclaran que aunque se piense lo contrario, las mujeres se sienten cómodas, al igual que los hombres, a la hora de juzgar por el físico. Como además se ha vuelto un fenómeno social no faltan las amigas que deciden pasar un buen rato revisando cuántos prospectos exhiben sus pectorales desnudos en su perfil.
La psicóloga experta en parejas Randi Gunther está convencida de que no hay que engañarse: “Tanto hombres como mujeres esperan encontrar todavía una persona especial que les ofrezca una conexión profunda a largo plazo”. Por eso no falta la que se hace ilusiones esperando un nuevo mensaje de alguien que seguramente chatea con otras diez casi al mismo tiempo. “Tinder puede ser tan adictivo como el alcohol o las drogas, en tanto activa la dopamina (la hormona del placer) en el cerebro. Como especie nos gusta cazar, por lo que perseguimos nuevas experiencias, un proceso excitante pero que no genera plenitud. La práctica hace al maestro y si las personas incurren solo en relaciones fugaces de breve pasión siempre buscarán lo mismo a expensas de aprender a mantener un compromiso pese a las dificultades”. El riesgo es que los usuarios se vuelvan dependientes de la gratificación inmediata y de una constante necesidad de aprobación, a la espera de elevar su ego cada vez que alguien los ubique a la derecha. “Lo que he visto es que muchos de mis pacientes jóvenes son más ansiosos y menos seguros que los de hace una o dos décadas”, es su conclusión.
Algunos especialistas han vaticinado el fin del romanticismo en razón del agitado ritmo de vida actual. Pero los defensores de este tipo de aplicaciones las consideran, por el contrario, una salvación: Tinder es un digno hijo de la cultura de minimizar esfuerzos, y permite acercarse en un lapso de diez minutos, mientras se espera un taxi, a un gran número de personas interesantes que de otra manera nunca se conocerían.
Paso 1. El aspirante baja el servicio que lo conecta desde su perfil de Facebook. Paso 2. Selecciona 6 fotos que ya tenga en la red social. Paso 3. Escoge el género de su interés, así como un rango de edad y de distancia entre los 2 y los 160 kilómetros, para encontrar a quienes estén relativamente cerca. Paso 4. cuando aparece el catálogo de candidatos basta con desplazar a la izquierda a los no deseados, que nunca más regresarán, o hacia la derecha a los favoritos. Se puede hacer lo mismo presionando una X o un corazón. Paso 5, se armará una “pareja” cuando uno de los elegidos también ubique a una persona a su diestra, es decir, cuando haya un gusto mutuo. Solo entonces se activará un chat entre ellos. Lo que pase después es cosa de ambos.
Sus creadores, Sean Rad y Justin Mateen, de 27 años, amigos de toda la vida y gomosos de las nuevas tecnologías, operan bajo una premisa simple: “Todo el mundo tiene la necesidad de conocer gente, lo que en el pasado significaba hacerlo físicamente. Hemos vuelto ese proceso más eficiente. Cuántas oportunidades no se perdían como cuando uno veía a una desconocida llamativa cruzar la calle”. Con el fin de reclutar adeptos, lanzaron su invento a mediados de 2012 en una fiesta universitaria en Los Ángeles, para contar en sus filas con “las chicas más bonitas”, sin duda un buen anzuelo.
De esta manera Tinder se suma a una serie de exitosas apps y sitios on-line, como Skout y Match.com, y a otros tantos limitados a públicos y gustos específicos. Es el caso de VeggieDate, dirigido a los amantes vegetarianos; Grindr, para los gais, bisexuales y curiosos; JDate, que une a los judíos, y 3nder, si lo que se busca es hacer un buen trío. Hoy suena increíble que en 1727 el alcalde de Manchester asilara en un manicomio a una mujer que se atrevió a publicar un clasificado en un periódico en búsqueda de posibles esposos.
Se trata de una evolución lógica de las emociones humanas, si se tiene en cuenta que la mayoría de las personas invierte gran cantidad de su tiempo en smartphones y desarrolla desde ellos su vida social. Ahora los abuelos contarán a sus asombrados nietos historias de cómo se conocieron en un bar, en el barrio o en el trabajo. “Cada vez son más los interesados en buscar relaciones electrónicamente en lugar de cara a cara, pues encajan más con su estilo de vida actual”, explicó a FUCSIA Larry Rosen, profesor de la California State University y autor del libro iDisorder. “Le he preguntado a mi hija acerca de este cambio y simplemente me dice que es la manera como funciona el mundo hoy. Lo virtual es la realidad de las nuevas generaciones”. Un estudio realizado por sociólogos de la Stanford University determinó en 2011 que de 926 parejas, las que se conocieron on-line eran dos veces más dadas al matrimonio. Además, uno de cada cinco vínculos comienza en la red. La web eHarmony, por ejemplo, se jacta de casar a 542 norteamericanos cada día.
Los detractores de Tinder no consideran que sus aspiraciones sean tan sagradas, y lo acusan de ser una herramienta para quienes solo andan en busca de sexo casual sin compromiso. Sus fundadores afirman que su única promesa es presentarles a los usuarios sus “vecinos” más amigables. Y no le temen al calificativo de superficiales. Apelan a que hacer a alguien a un lado porque su apariencia no resulta atractiva no es distinto de lo que sucede en la realidad: el gusto inicial entra por los ojos, la personalidad y la compatibilidad vienen después. Aclaran que aunque se piense lo contrario, las mujeres se sienten cómodas, al igual que los hombres, a la hora de juzgar por el físico. Como además se ha vuelto un fenómeno social no faltan las amigas que deciden pasar un buen rato revisando cuántos prospectos exhiben sus pectorales desnudos en su perfil.
La psicóloga experta en parejas Randi Gunther está convencida de que no hay que engañarse: “Tanto hombres como mujeres esperan encontrar todavía una persona especial que les ofrezca una conexión profunda a largo plazo”. Por eso no falta la que se hace ilusiones esperando un nuevo mensaje de alguien que seguramente chatea con otras diez casi al mismo tiempo. “Tinder puede ser tan adictivo como el alcohol o las drogas, en tanto activa la dopamina (la hormona del placer) en el cerebro. Como especie nos gusta cazar, por lo que perseguimos nuevas experiencias, un proceso excitante pero que no genera plenitud. La práctica hace al maestro y si las personas incurren solo en relaciones fugaces de breve pasión siempre buscarán lo mismo a expensas de aprender a mantener un compromiso pese a las dificultades”. El riesgo es que los usuarios se vuelvan dependientes de la gratificación inmediata y de una constante necesidad de aprobación, a la espera de elevar su ego cada vez que alguien los ubique a la derecha. “Lo que he visto es que muchos de mis pacientes jóvenes son más ansiosos y menos seguros que los de hace una o dos décadas”, es su conclusión.
Algunos especialistas han vaticinado el fin del romanticismo en razón del agitado ritmo de vida actual. Pero los defensores de este tipo de aplicaciones las consideran, por el contrario, una salvación: Tinder es un digno hijo de la cultura de minimizar esfuerzos, y permite acercarse en un lapso de diez minutos, mientras se espera un taxi, a un gran número de personas interesantes que de otra manera nunca se conocerían.
Las cifras de tinder
• 2011 fue el primer año en que las personas comenzaron a pasar más horas en apps de citas que en sitios similares on-line.
• US$213 millones en ingresos reportó en 2012 el mercado móvil de citas.
• Tinder tendría 10 millones de usuarios alrededor del mundo.
• 27 años es el promedio de edad de los tinderistas.
• 11 veces al día, durante periodos de 7 minutos, invierten los clientes en chequear la aplicación.
• En promedio la aplicación es bajada 20.000 veces al día.
• 51% de los usuarios tiene entre 18 y 24 años; 32% está entre los 25 y 32; un 7% va de los 13 a los 17.
• Las mujeres, al igual que los hombres, rechazan personas en un 70%
• Tiene un crecimiento de 15% cada semana.
• Solo el 6% de los usuarios cree que Tinder es para tener sexo casual, según sus creadores. Sin embargo, ellos han participado en campañas de lucha contra el sida.
• US$5.000 millones sería el valor de la compañía, según Bloomberg.
• Ya se habrían superado las 50 propuestas de matrimonio gracias a Tinder.
• 45% de sus miembros son mujeres.
• Hay 10 millones de matches diarios y 750 millones de selecciones.
• No exige llenar los formularios extensos de los websites de citas, que muchas veces hacen sentir a los candidatos como solitarios en venta.
• Es para gente directa. No se reciben mensajes de quien no se escoge y reduce la vergüenza ante el rechazo.
• Ojo con la seguridad. Se ha rumorado la exigencia de prueba de VIH, y en Colombia del pasado judicial.
• Cuidado con las confusiones. Un mensaje a las 3:00 de la mañana solo indica sexo. Poner fotos en vestido de baño insinúa lo mismo.